jueves, febrero 02, 2006

Lenguas y naciones


Un conocido mío, valenciano para más señas, me ha preguntado recientemente sobre “el conflicto” que los aragoneses mantenemos con los catalanes. En un principio pensé que se refería a los bienes religiosos que el obispado de Lleida no quiere devolver al obispado de Balbastro-Monzón. Pero no, se refería a las reivindicaciones territoriales que algunos partidos hacen de la franja aragonesa que es catalano-hablante. Sí en Aragón aparte del castellano y el aragonés se habla el catalán y sí, hay gente que ve en eso un problema, piensan que hay que cambiar el nombre y decir que lo que se habla en gran parte del este país es “aragonés oriental”. Vamos, se intenta negar con un nombre lo que lingüísticamente ha sido siempre y es catalán. Esta gente parece creer que la lengua que se utiliza condiciona el sentimiento nacional o de pertenencia de una comunidad, con lo que están cayendo en el mismo error en el que caen los que se posicionan en el lado contrario.

Yo personalmente entiendo y reconozco a los llamados “Països Catalans”, siempre y cuando por este concepto se entienda la comunidad de territorios que hablan una misma lengua y tienen, por tanto, una serie de vínculos culturales (y en ocasiones sociales) entre sí, lazos que no se han de perder y que hay que potenciar. Ahora, referirse a todos esos territorios como una entidad nacional no tiene ningún sentido. El origen de esta idea está en el nacionalismo decimonónico, aquello de “una nación, una lengua”. Sin embargo aplicar eso hoy por hoy es una insensatez. Si realmente lo queremos aplicar podemos empezar a decir que todos los países americanos de habla hispana son España, Suiza no tendría que existir, tendría que estar integrada parte en Alemania-Austria, parte en Francia y parte en Italia, a la famosa silueta del mapa de los Països Catalans habría que quitarle la val d’Arán, puesto que su lengua original es el occitano, no el catalán, no sólo eso, hay comarcas del País Valenciano (como el Rincón de Ademuz, el maestrazgo castellonense) que nunca han hablado catalán ya que fueron repobladas con población aragoneso-hablante, con lo que en un pasado se habló aragonés y en la actualidad un castellano con un importante caudal de léxico aragonés fosilizado. Por lo que igualar lengua con nación no me sirve.

Ahora bien, yo soy nacionalista y creo en el derecho de autodeterminación, y no tengo intención de aplicar la ley del embudo a ese derecho (ancho para mí y estrecho para los demás). Si mañana, por poner un ejemplo, el 60 % de la población de Fraga decidiera incorporarse a Cataluña, yo sería el primero en aceptar dicha decisión. Pero la cuestión es que hoy por hoy Fraga está en Aragón y la gente se siente aragonesa.

De todas formas hay cosas más importantes por las que luchar, discutir y pelear, Aragón y Cataluña tienen problemas más serios que el mover una frontera unos kilómetros hacia un lado u otro. Ambos países tienen una magnífica historia en común que los hace grandes y los hizo una de las potencias más importantes de la Edad Media europea. Ojalá los caminos se vuelvan a cruzar para hacer un futuro más próspero para los dos.

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