miércoles, febrero 01, 2006

El soberanismo aragonés


Cuando uno se reconoce nacionalista aragonés ante una persona cualquiera lo primero que te suele preguntar es que qué opinión tenemos de la cuestión terrorista, no le doy mayor importancia, es el peaje moral que tenemos que pagar a los mass media por ser lo que somos y, al fin y al cabo, nunca está de más condenar la violencia y repetir por enésima vez que ser nacionalista de izquierdas significa todo lo contrario de lo que hace ETA, en estos casos conviene recordar la figura de uno de los más grandes independentistas del siglo XX: Mahatma Gandhi.

Una vez solventado este tema te encuentras con otro muro, probablemente más difícil de superar, Aragón es una nación, un país sin Estado, y bajo tales circunstancias nos tenemos que desarrollar, el problema está en que al hacer esta aseveración a la otra persona (sea o no nacionalista español) siempre le viene a la mente la concepción de país que existe actualmente con los Estado-nación, como pueden ser el Estado francés o el español, Alemania..., y no es así, el nacionalismo aragonés de izquierdas no desea repetir los mismos errores a una escala menor, porque seguirían siendo errores, que además para más inri nos afectarían más de cerca.

Los Estados-nación son producto sobre todo del siglo XIX, surgieron de la necesidad de cohesión interna (económica, política, social...) y de fuerza exterior para conseguir colonias, mercados protegidos para la metrópoli, lo que Lenin definió acertadamente para la época como el “estadio superior del capitalismo”. De 1850 a 1950 aproximadamente mantuvo su apogeo y prestigio el concepto de Estado-nación, a partir de entonces comenzó a declinar, primero con los procesos descolonizadores, posteriormente la caída del bloque soviético aceleró un proceso que se había ralentizado por el mantenimiento de la Guerra Fría.

Actualmente nos encontramos con que los otrora poderosos Estados son poco o nada en lo que respecta a los conflictos mundiales (hasta EEUU necesita colaboración internacional) y en los conflictos domésticos se mueven como elefantes en una cacharrería . Hay que dar a cada estamento lo que se merece, es decir, aplicar el principio de subsidiariedad. Y Aragón como antigua nación europea (existimos desde hace más de 1000 años) requiere unas cotas de autogogestión mucho más altas da las que tiene en la actualidad, en donde estamos en la 2ª división B de las autonomías. El Estado español tendrá que aprender a delegar tanto en los sistemas inferiores (autonomías y ayuntamientos) como en los superiores (Unión Europea), como de hecho está haciendo ya. La independencia autárquica no es el ideal del soberanismo aragonés de izquierdas, la autarquía todos sabemos quiénes la defendían. Un Aragón soberano será aquel que pueda decidir sobre todo aquello que le afecte de manera directa y vital, sin yugos ni imposiciones externas, ¿a alguien le suena el trasvase del Ebro?, un Aragón libre no será el que se encierre en sí mismo, sino el que conociendo sus virtudes y defectos, sus limitaciones y sus puntos fuertes, su pasado y su presente, se proyecte al exterior y al mundo de manera independiente y solidaria.

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