Recuerdo en el Campo de Bello, trabajando de peón de albañil, 10 horas diarias, 6 días a la semana, esas jornadas dan para hablar de lo divino y lo humano, un día el maestro albañil dijo una de las cosas que más me han llegado, comentaba que hablar era muy fácil, que él, al contrario que otras personas, no encontraba interesante a los políticos capaces hablar espectacularmente, eso, al fin y al cabo era aprenderse un discurso y soltarlo. Dijo que lo más difícil de todo era saber escuchar.
Hago esta introducción porque estos días he estado en la Plaza del Pilar y hoy, al estar allí escuchando lo que la gente decía desde el escenario, me han entrado ganas de subir y soltar mi "chapa", que yo consideraba más "importante" que algunos de los discursos que oía. Cuando he ido a pedir vez ha salido una niña de unos 7 años, inmediatamente hemos aplaudido emocionadas, ha dicho: "Gracias por luchar por mi futuro", se ha atascado, nerviosa, con lo que la hemos ovacionado de nuevo, ha finalizado diciendo "viva la democracia real".
En ese momento me he percatado de que los políticos (incluídos los amateur como yo) no estamos, o no debemos estar para hablar, aunque quizá puedan llegar a ser interesantes nuestras aportaciones. Las que nos dedicamos a la política hemos de ir a escuchar y a empaparnos, incluso de las chorradas que algunos puedan decir desde ese escenario. Porque, como decía mi maestro albañil, lo más difícil es saber escuchar y parece que si te dedicas a la política los oídos parecen endurecerse en la misma medida que se hablanda tu boca y aumenta tu locuacidad.
Hago esta introducción porque estos días he estado en la Plaza del Pilar y hoy, al estar allí escuchando lo que la gente decía desde el escenario, me han entrado ganas de subir y soltar mi "chapa", que yo consideraba más "importante" que algunos de los discursos que oía. Cuando he ido a pedir vez ha salido una niña de unos 7 años, inmediatamente hemos aplaudido emocionadas, ha dicho: "Gracias por luchar por mi futuro", se ha atascado, nerviosa, con lo que la hemos ovacionado de nuevo, ha finalizado diciendo "viva la democracia real".
En ese momento me he percatado de que los políticos (incluídos los amateur como yo) no estamos, o no debemos estar para hablar, aunque quizá puedan llegar a ser interesantes nuestras aportaciones. Las que nos dedicamos a la política hemos de ir a escuchar y a empaparnos, incluso de las chorradas que algunos puedan decir desde ese escenario. Porque, como decía mi maestro albañil, lo más difícil es saber escuchar y parece que si te dedicas a la política los oídos parecen endurecerse en la misma medida que se hablanda tu boca y aumenta tu locuacidad.
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