La novela ligera es una maravilla, permite evadirte de la rutina diaria, no son libros que normalmente te marquen, ni te den una nueva visión de la vida. Pero en su amenidad, en la facilidad que tienen para implicarte en la trama y en su capacidad adictiva residen gran parte de sus encantos.
Y aunque los autores tengan legiones de admiradores, para aquellas personas que nos gustan también libros con un empaque mayor, no dejamos de verlos como un género menor. Los pilares de la tierra es un libro delicioso, que nos familiariza con una serie de personajes medievales, pero no te da una visión de la época ni de la psicología de los personajes tan profunda como cuando lees Las uvas de la ira. La piel del tambor, sin duda un muy buen libro, no es ni la mitad de interesante que El Conde de Montecristo, y así un largo etcétera.
Pero no escribo para menospreciar a autores que leo, que me gustan y que entretienen a millones de personas. Escribo porque entre la novela ligera se deja de lado la novela romántica. Sí, ese subgénero para muchos destinado a amas de casa casi analfabetas que sueñan con un príncipe azul que las rescate. Y sí que es cierto que te puedes encontrar mucha farfolla, pero como te puedes encontrar auténticas bazofias infumables en la "seria" y "prestigiosa" novela histórica.
Me gustaría reivindicar a escritoras (y es que la gran mayoría son mujeres, sobre todo de las buenas) que no aparecen en los periódicos, ni reciben la loa pública, pero cuyas obras son sumamente entretenidas, que destilan en muchos casos ironía e inteligente sentido del humor. Lo peor que tienen muchos de esos libros son unas portadas totalmente horteras que pueden echar atrás a cualquier persona con un poco de buen gusto.
Yo lo tengo claro, prefiero un libro de Katie Fforde o de Jude Deveraux, antes que al pomposo e insufrible Dan Brown. Y es que en la literatura también existe un machismo notable, si escribes sobre cómo un submarino de la clase Kilo puede llegar subrepticiamente a hundir un portaaviones estadounidense haces literatura comercial. Si escribes cómo cambia la vida de un familia cuando una mujer conoce a una pareja nueva, escribes literatura "rosa", con todo lo despectivo que tiene esa palabra.
Y aunque los autores tengan legiones de admiradores, para aquellas personas que nos gustan también libros con un empaque mayor, no dejamos de verlos como un género menor. Los pilares de la tierra es un libro delicioso, que nos familiariza con una serie de personajes medievales, pero no te da una visión de la época ni de la psicología de los personajes tan profunda como cuando lees Las uvas de la ira. La piel del tambor, sin duda un muy buen libro, no es ni la mitad de interesante que El Conde de Montecristo, y así un largo etcétera.
Pero no escribo para menospreciar a autores que leo, que me gustan y que entretienen a millones de personas. Escribo porque entre la novela ligera se deja de lado la novela romántica. Sí, ese subgénero para muchos destinado a amas de casa casi analfabetas que sueñan con un príncipe azul que las rescate. Y sí que es cierto que te puedes encontrar mucha farfolla, pero como te puedes encontrar auténticas bazofias infumables en la "seria" y "prestigiosa" novela histórica.
Me gustaría reivindicar a escritoras (y es que la gran mayoría son mujeres, sobre todo de las buenas) que no aparecen en los periódicos, ni reciben la loa pública, pero cuyas obras son sumamente entretenidas, que destilan en muchos casos ironía e inteligente sentido del humor. Lo peor que tienen muchos de esos libros son unas portadas totalmente horteras que pueden echar atrás a cualquier persona con un poco de buen gusto.
Yo lo tengo claro, prefiero un libro de Katie Fforde o de Jude Deveraux, antes que al pomposo e insufrible Dan Brown. Y es que en la literatura también existe un machismo notable, si escribes sobre cómo un submarino de la clase Kilo puede llegar subrepticiamente a hundir un portaaviones estadounidense haces literatura comercial. Si escribes cómo cambia la vida de un familia cuando una mujer conoce a una pareja nueva, escribes literatura "rosa", con todo lo despectivo que tiene esa palabra.
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