Estimados amigos,
Y os llamo amigos no de la forma ligera con la que habitualmente se utiliza este término, sino que lo digo sentidamente con toda la profundidad que, creedme no es poca, se puede sentir repecto de personas con las que nunca he coincidido en persona.
El que se aparque a Lucas me da igual, no porque no le aprecie como persona y profesional, pero me la repampinflaría si lo que es el fondo del programa se mantuviera, pero mucho me malicio (por utilizar una expresión luquiana) que no será así. De hecho y con la excusa de la "programación veraniega" se están ya cambiando cosas, camino de una radio más insustancial y con menos mordida. No sé cuáles serán vuestras conversaciones internas, me imagino que irán desde el desánimo, pasando por la rebeldía y llegando al qué se le va a hacer. Manetener un sueldo en los tiempos que corren va a pesar mucho y no me cuesta imaginarme a Lucas templando los ánimos de las personas más exaltadas.
Cierto es que las opciones son pocas, básicamente dos, mostrar en antena el cabreo o, cual disciplinado ejército, acatar las órdenes y si acaso criticar desde dentro con los resultados consabidos, si se tocan mucho las narices se terminará en un puesto haciendo fotocopias o serán las personas que tengan más papeletas para salir en un futuro ERE (que llegará, eso es seguro). Tiempos difíciles, donde la conflictividad social que existe y que va a aumentar, hace creer a los actuales gobernantes que solo un control sobre los medios de comunicación les puede salvar de la indignación popular. Craso error, no estamos ya en los años 80 ni siquiera en los 90 del siglo pasado. Los controles férreos de las dictaduras árabes de los medios de comunicación no les salvó de una gente organizada alrededor de Internet. No se dan cuenta que la única forma de "controlar" a la ciudadanía es creando medios de comunicación públicos que no sean los voceros del gobierno de turno, cuando el gobierno quiera anunciar medidas creíbles, éstas no lo serán si nadie que haya demostrado su independencia las confirma, ese papel debiera haberlo jugado la RTV pública.
Como amigo puedo entender el maremágnum de ideas, las largas discusiones y las vueltas a la cabeza que se pueden dar las cortas pero intensas noches de verano. Incluso a pesar del esfuerzo que estáis mostrando se os nota, particularmente a Carlos Santos. Y como amigo solo me queda por hacer una cosa, dejar de escucharos.
El programa de En días como hoy empezó justo cuando yo regresé de Inglaterra, donde había estado 3 años, me sorprendió comprobar cómo en la radio pública, tan manipulada desde que yo tenía memoria por gobiernos de uno y otro color, se escuchaba un programa plural. Por eso tengo que dejar de escucharos, y creedme cuando os digo que ahora mismo, escribiendo esta líneas siento un profundo pesar y ganas de llorar. Pero prefiero quedarme con el recuerdo de lo que fuisteis, no de lo que os vais a convertir.
Saludos cariñosísimos... a todo el equipo, un abrazo y un beso muy fuerte, os echaré de menos.
Y os llamo amigos no de la forma ligera con la que habitualmente se utiliza este término, sino que lo digo sentidamente con toda la profundidad que, creedme no es poca, se puede sentir repecto de personas con las que nunca he coincidido en persona.
El que se aparque a Lucas me da igual, no porque no le aprecie como persona y profesional, pero me la repampinflaría si lo que es el fondo del programa se mantuviera, pero mucho me malicio (por utilizar una expresión luquiana) que no será así. De hecho y con la excusa de la "programación veraniega" se están ya cambiando cosas, camino de una radio más insustancial y con menos mordida. No sé cuáles serán vuestras conversaciones internas, me imagino que irán desde el desánimo, pasando por la rebeldía y llegando al qué se le va a hacer. Manetener un sueldo en los tiempos que corren va a pesar mucho y no me cuesta imaginarme a Lucas templando los ánimos de las personas más exaltadas.
Cierto es que las opciones son pocas, básicamente dos, mostrar en antena el cabreo o, cual disciplinado ejército, acatar las órdenes y si acaso criticar desde dentro con los resultados consabidos, si se tocan mucho las narices se terminará en un puesto haciendo fotocopias o serán las personas que tengan más papeletas para salir en un futuro ERE (que llegará, eso es seguro). Tiempos difíciles, donde la conflictividad social que existe y que va a aumentar, hace creer a los actuales gobernantes que solo un control sobre los medios de comunicación les puede salvar de la indignación popular. Craso error, no estamos ya en los años 80 ni siquiera en los 90 del siglo pasado. Los controles férreos de las dictaduras árabes de los medios de comunicación no les salvó de una gente organizada alrededor de Internet. No se dan cuenta que la única forma de "controlar" a la ciudadanía es creando medios de comunicación públicos que no sean los voceros del gobierno de turno, cuando el gobierno quiera anunciar medidas creíbles, éstas no lo serán si nadie que haya demostrado su independencia las confirma, ese papel debiera haberlo jugado la RTV pública.
Como amigo puedo entender el maremágnum de ideas, las largas discusiones y las vueltas a la cabeza que se pueden dar las cortas pero intensas noches de verano. Incluso a pesar del esfuerzo que estáis mostrando se os nota, particularmente a Carlos Santos. Y como amigo solo me queda por hacer una cosa, dejar de escucharos.
El programa de En días como hoy empezó justo cuando yo regresé de Inglaterra, donde había estado 3 años, me sorprendió comprobar cómo en la radio pública, tan manipulada desde que yo tenía memoria por gobiernos de uno y otro color, se escuchaba un programa plural. Por eso tengo que dejar de escucharos, y creedme cuando os digo que ahora mismo, escribiendo esta líneas siento un profundo pesar y ganas de llorar. Pero prefiero quedarme con el recuerdo de lo que fuisteis, no de lo que os vais a convertir.
Saludos cariñosísimos... a todo el equipo, un abrazo y un beso muy fuerte, os echaré de menos.
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