miércoles, marzo 24, 2010

Por cien años



He estado casi dos días en Madrid, y aparte de comprobar que allí las banderas de España quedan hasta bien (viven de ser la capital de un Estado) me percaté gracias al Monumento a los Héroes del Dos de Mayo, de lo caprichosa que es la historia.

La guerra contra el francés que se desató en la Península Ibérica ocurrió apenas pasados 100 años de la guerra de Sucesión. Cien años son muchos si los comparamos con la esperanza de vida media de un ser humano, pero desde un punto de vista histórico no es mucho. Sin embargo esos 100 años significaron todo.

La mal llamada Guerra de Independencia, que se engloba en el conjunto de guerras napoleónicas, no fue una lucha por la independencia, fue una guerra dinástica y civil, tal como fue la Guerra de Sucesión. El reino de España, no iba a perder más autonomía con los Bonaparte que la que había cedido en los sucesivos pactos de familia de los Borbones hispanos con sus parientes franceses a lo largo del siglo XVIII.

¿Cuál fue la diferencia? Valores tangibles e intangibles. Por un lado el pueblo en principio se rebeló contra los franceses porque eran el símbolo de la política errada de Godoy, porque a nadie gusta tener un ejército a las puertas de casa y porque los curas estuvieron calentando el ambiente desde los púlpitos contra aquellos que se habían atrevido a guillotinar al rey (que lo era por la gracia de Dios) y habían osado someter a la religión al poder civil.

Este fue el inicio y el caldo de cultivo, la propaganda política hizo el resto. Se olvidó que hubo élites españolas que aplaudieron la llegada de ideas nuevas, fruto de la Ilustración, la Revolución Americana y la Revolución Francesa, que buscaban la modernización y europeización, eliminando por ejemplo el Tribunal de la Santa Inquisición. Entre estos estaba Francisco de Goya, por ejemplo. La historiografía (o por mejor decir, la porpaganda política reconvertida a historiadora) vendió las imágenes del pueblo levantándose contra el invasor, los guerrilleros (muchos de ellos bandoleros reconvertidos en "patriotas") y de resistencia contra el inhumano francés. De los "afrancesados" se habla poco y mal.

Lo cierto es que en las guerras anteriores siempre se trató de dejar al pueblo de lado, primero por el pasotismo del mismo, al fin y al cabo de las luchas entre grandes señores ellos siempre salían igual o peor parados. Y por otro, contar con el pueblo en armas suponía darle demasiado poder, era mejor dejar la guerra para los nobles, que serían luego los que se beneficiarían de los resultados. No olvidemos que la plebe romana tuvo en su participación en el ejército (y el estar armados y prestos para la lucha) una de sus mayores bazas a la hora de equipararse con los privilegiados.

Pero en esta guerra contra el francés se necesitaban todos los brazos posibles, el reclutamiento masivo napoleónico supuso el disponer de unos ejércitos nunca vistos antes, eso añadido a la falta de tacto y el gusto por el pillaje que se da en todas las guerras, favoreció que la publicidad contra el francés diera sus frutos. Consiguiendo que la gente se sintiera parte de algo más grande de lo que ocurría en su pueblo, la propaganda dejaba ver que lo que ocurría en Girona era lo mismo que lo de Zaragoza o Cádiz, creando ese inicio de vínculo nacional.

Si la Guerra de Sucesión hubiese ocurrido 100 años después hoy tendríamos un panorama muy distinto.

Los grandes perdedores fueron los "afrancesados", también los que lucharon contra la soberbia del ejército napoleónico para luchar luego contra la soberbia de Fernando VII y en muchos casos morir, y sin olvidar a los pueblos que habían tenido una historia propia, independiente y que quedaron alienados por la propaganda y la supuesta grandiosidad de una lucha por España, cuando lo que hicieron fue asentar a la dinastía borbónica y malmeter su futuro.

El pueblo sufrió a Fernando VII de Castilla (IV de Aragón) y también otras lo disfrutaron, "VIVAN LAS CAENAS", el clero respiró tranquilo y España comenzó su andadura como nación (desde el punto de vista del romanticismo decimonónico) desmoronándose.

Cien años no son nada, pero desde el punto de vista de nuestra vieja nación son todo, cambiamos independencia por servilismo agradecido, ese fue el inicio de España, y así seguimos hasta ahora, pues ixo, ¡entalto as cadenas!.

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