martes, julio 13, 2010

¿Nueva situación? Bueno, no tanto.

Observo, cómo personas amigas caen en el desánimo españolista, sin ir más lejos Aragonando, y la verdad es que no creo que sea para tanto.
Quizá es porque no soy futbolero y este tipo de manifestaciones, gane quien gane, me la traen al pairo. Sí que es cierto que para un nacionalista periférico ver la proliferación de banderas y sentimientos primarios españoles puede ser descorazonador, pero no es el fin de Aragón, ni mucho menos, ¿por qué? por estas siete reflexiones que me vienen a la cabeza.
1) El sentimiento de españolidad que despierta el deporte es tan fuerte y primario como superficial. De hecho, todos los movimientos de masas han sido potentes, pero los que han participado en ellos sólo han tenido una fina pátina de convencimiento. ¿Cuántos bolcheviques hubo en la revolución rusa? En la religión se ve incluso más claro, todos los fenómenos de masas religiosos adolecen de gran fuerza pero escasa fe y sentido trascendente, me viene a la mente la gente que va ofrecer flores a esa estatuilla llamada Virgen del Pilar.
2) Es la constatación de lo que todas sabíamos. Aragón es ese gran país de españoles, es mejor que salgan del armario y se muestren tal como son, no podemos luchar ideológicamente si el oponente se esconde por vergüenza y a ti te dice una cosa pero luego hace la contraria. Es preferble que no se puede dar esa opción.
3) En la política más directa el deporte no influye, en las próximas elecciones no se hablará de la selección (bueno, siempre habrá algún imbécil que lo haga), en Zaragoza se hablará del tranvía, en Uesca del legado Elboj, en Teruel de las cagadas del ayuntamiento...
4) A nivel identitario sí que te pueden decir "pero si nacionalistas aragoneses no hay, mira qué pasó con la selección". Pero es que esa es la verdad, somos alrededor de un 3% de soberanistas y un número indeterminado de nacionalistas que van desde el más concienciado al más tibio, y dentro de este segundo grupo puede que la mayoría se haya alegrado de la victoria de España. Estos son los mimbres de Aragón, cualquier otro análisis sería engañarnos a nosotras mismas.
5) La historia es difícilmente previsible. Si tú a una persona en febrero de 1975 le dices que en 10 años en España estará gobernando el PSOE, que habrá unas cosas llamadas 'Comunidades Autónomas' y que Catalunya o Euskadi tendrán cuerpos policiales propios seguramente te mandaría a freir espárragos. Lo mismo que si en 1985 le dijeras a un ciudadano soviético lo que iban a cambiar las cosas en la próxima década.
6) Los conflictos territoriales no se arreglan porque una selección de fútbol gane un mundial. El sistema español de federalismo asimétrico, genera y generará conflictos. Sólo hay que estar atentos al tema.
7) A toda acción le sigue una reacción, estoy convencido que este desaforado y exagerado forofismo (nacionalismo banal, lo llama acertadamente Aragonando) generará desencanto y, lo que es más importante, una generación de personas que se darán cuenta de que sí, mucho fútbol, pero que sólo sirve de anestesia para que nos las mentan dobladas desde los estamentos políticos y económicos una y otra vez.
Aquí lo que ha salido más perjudicado es la petición de selecciones propias. Pero tiempo al tiempo, hace un par de años que tengo la impresión de que Europa va camino a la nada y al colapso económico (en lo que respecta al liderazgo mundial que ha llevado hasta ahora en este campo) y en ese marco las referencias ya no serán ni la U.E. ni los Estados, sino entidades más pequeñas que sepan gestionar situaciones globales más pegadas a la realidad y al suelo que pisan las personas.
Al igual que en el Estado español de 1975 y la URSS en 1985, creo que estamos en el vértice de una nueva era, de aquí a 10 años lo veremos. Y de aquí a 10 años comprobaremos cuán importante fue que la selección española de fútbol ganase un campeonato mundial.
Aunque es cierto que sólo aquellas personas que sienten el desánimo y la pesadez de la carga que llevan son las realmente imprescindibles, también digo que si alguien quiere caer en el desaliento españolista que lo haga, pero que no cuente conmigo, porque eso sólo significa el asumir la derrota de una causa que ni merece ni se puede permitir el desmayo.

11 comentarios:

Espartaco dijo...

Interesante análisis que no comparto en casi nada (de hecho soy internacionalista, lo más opuesto a tus planteamientos)

Yo también he analizado la fiebre del fútbol y del mundial en España y llego a conclusiones opuestas, pero es normal, partimos de concepciones del mundo absolutamente distintas.

Sin embargo hay algo que me llama poderosamente la atención de tu escrito:

"somos alrededor de un 3% de soberanistas y un número indeterminado de nacionalistas que van desde el más concienciado al más tibio, y dentro de este segundo grupo puede que la mayoría se haya alegrado de la victoria de España. Estos son los mimbres de Aragón, cualquier otro análisis sería engañarnos a nosotras mismas."

Dices, por concretar: "estos son los mimbres de Aragón"

Me gustaría que explicases más esa idea, la de los mimbres, ya que parece que identificas Aragón con tan sólo ese 3% de población excluyendo a los demás, al 97%. Parece que identificas Aragón exclusivamente con el soberanismo.

Espartaco dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Florencio dijo...

No, no identifico Aragón con el 3% de soberanistas. De hecho digo que "Aragón es ese gran país de españoles", en el punto 2.
Yo me estoy dirigiendo a las nacionalistas/soberanistas aragonesas, igual que un sindicalista podría dirigir un escrito a los obreros sindicados, aunque sea consciente de que haya más trabajadoras aparte de los miembros de un sindicato; de tal manera que las soberanistas, para reconstruir un país, tenemos los mimbres existentes, esa es nuestra base de trabajo social y a eso me refería.
Una pregunta, ¿qué diferencia hay para un internacionalista entre un mundo en donde existan 100 naciones de otro en donde haya 200 naciones?

Espartaco dijo...

Sólo en el número de fronteras.

Florencio dijo...

Entonces guay, porque a los internacionalistas os dan igual las fronteras...

Espartaco dijo...

Todo lo contrario, una frontera es una barrera, una señal de diferenciación, de exclusión del vecino, de búsqueda de la disparidad, una linea imaginaria que divide a personas, familias habitualmente protegida por armas de muy diversos calibres, un lugar que en ocasiones sirve para el conflicto por su ubicación, unos metros más allá o acá, un motivo para la separación de los pueblos... en definitiva un invento decimonónico que deberíamos intentar superar.

Las fronteras separan y yo soy más de esa frase que dice: "proletarios de todos los países, uníos"

Florencio dijo...

Supongo que por frontera entiendes la de los Estados instituídos (aunque sería relativa en el caso por ejemplo de la UE) puesto que también está la frontera entre el municipio de Huesca y Almudévar.
Lo cual demuestra que las fronteras no son malas per se, sino la justificación que se dé a esa frontera.
Por otro lado pensé que el internacionalismo se basaba en que existían distintas naciones y éstas deben colaborar por mor de un interés común. Así que desde ese punto de vista da lo mismo que la colaboración se dé entre 100 o en 200 naciones.
Proletarios del mundo uníos...
Burgueses del mundo uníos...
Funcionarios del mundo uníos...
Rentistas del mundo uníos...
Pero claro, eso no es separar, diferenciar o excluir.

Anónimo dijo...

Bien Banarus, más o menos de acuerdo. El fútbol es la cosa más importante de las menos importantes. Lo que venía a decir en el post es que la identidad se percibe y reconstruye, y así yo creo que hay una nueva generación de "españoles" que se identizan con mitos como el de la selección de fútbol. Está claro que los procesos históricos de cambio y permanencia para nada tienen que ver con estos artefactos culturales de masas. De hecho, el nacionalismo español sigue siendo pobre, rancio y con mucha caspa.

Espartaco dijo...

Bueno, la frontera entre Huesca y Almudévar no la he visto nunca, es en todo caso una frontera de carácter administrativo y no político. Hay mucha diferencia entre una cosa y otra. Por ejemplo hay frontera administrativa entre parroquias, incluso dentro de una misma ciudad, lo que no impide que el Obispo sea el mismo.

Por otra parte es un curioso concepto ese del internacionalismo que tienes ya que la máxima de la izquierda internacionalista es la igualdad en derechos y obligaciones para todos los seres humanos (aunque para conseguirlo se necesiten barreras administrativas) sin embargo las fronteras políticas hacen imposible ese logro ya que no cabe, por definición, la búsqueda de un bien común.

Obviamente se puede trivializar con lo de rentistas del mundo unios, etc, algo que por otra parte ya ocurre, se llama mercado, globalización y se apoyan para ello en los gobiernos nacionales, da igual si son países grandes o pequeños.

La respuesta a un gobierno mundial del capital tiene que pasar por una respuesta mundial de los trabajadores, no por la respuesta individual.

Comparando con la negociación colectiva o individual, la patronal prefiere la individual, por motivos obvios. En el caso del conflicto contra la globalización, los mercados prefieren negociar de uno en uno con los países, y cuanto más pequeños mejor ¿por qué será?

Es decir, que "proletarios del mundo uníos" tiene una carga bastante mayor de la que le pretendes dar.

Florencio dijo...

Yo tampoco he visto nunca la frontera entre el Estado español y el francés, cuando he cruzado sólo he visto un cartel.
Diferencias entre frontera administrativa y política, pero ¿qué importa una de otra? ¿Acaso no se hacen la competencia los trabajadores de una ciudad y la de su vecina? ¿Acaso no se pugna por unos mismos recursos en una misma ciudad?
Y lo de rentistas del mundo uníos no funciona, quizá más que la unión de trabajadoras, pero desde luego no es dogma y las fortunas asiáticas intentan hacer la puñeta a las fortunas europeas y los especuladores hacen la puñeta a cualquiera (Estado o empresa) que vean lo suficientemente débil.
La respuesta mundial de los trabajadores tú sabes que está todavía más lejos que la independencia de Aragón.
Por último, parece que hay cierta querencia a pensar que las grandes unidades son mejores que las pequeñas.
Pero de nuevo la realidad contradice esa idea, prefiero vivir en Holanda antes que en EEUU o en Noruega entes que en China.

Espartaco dijo...

Será que soy bastante más mayor pero entre España y Francia yo he visto barreras, policías, perros amenazantes, policías, control de vehículos, de personas, registros... y no hace tanto de eso, no se crea usted. Sí, y todo eso estaba en la frontera, esa que diferencia en derechos y obligaciones a los habitantes de un lado respecto a los del otro.

Las diferencias entre frontera administrativa y política son esenciales y usted como político debería conocerlas.

La competencia entre ciudades, pueblos, barrios, comercios o incluso personas a las que se refiere es competencia económica, no de diferenciación política, de tener diferentes derechos y obligaciones. Son conceptos absolutamente diferentes, nada asimilables.

Con respecto a sus preferencias sobre donde vivir no tengo opinión. Según parece el Vaticano es un Estado rico y el más pequeño del mundo pero no creo que le gustase. Tampoco creo que prefiera vivir en Belice o en Trinidad y Tobago, también países pequeños, por no seguir poniendo ejemplos.

No se engañe, el tamaño importa, pero en otros aspectos.