Aragón, he visto lo mejor y lo peor de ti, he caminado bajo tus aguaceros, tanteado el camino entre la boira preta, soportado ese sol de justicia que te quema y parece querer hundirte entre la resquebrajada tierra, he subido tus montañas, he nadado en tus aguas y he bajado a tus entrañas, en donde lo más oscuro no siempre han sido las negras paredes de la mina de carbón. He sentido temblar mi alma con las tronadas y he entendido a las gentes temerosas del buen Dios rezando para que la tormenta pasara. He visto los verdes más increíbles mezclados con el fulgor de un sol que se hundía apaciblemente entre las vastas montañas, he sentido la inmensidad del universo en esas deliciosas noches de verano donde la bóveda celeste celebra su existencia. He vivido contigo y contra ti, con tu gente y contra ella, he disfrutado el surrealismo de existir, en mil noches de borina y en mil despertares de reflexiva resaca. He visto tus bosques quemarse y volver a crecer, he descansado a la sombra de carrascas, cajigos, chopos y buxos. He disfrutado de tus frutos más hermosos y he compartido la noche eterna de tus fracasos. He soñado miles de mundos y millones de universos, y en todos y cada uno de ellos siempre te he encontrado.
He visto la profunda españolidad de tus gentes y su superficial colonización, he observado cómo se baila, se bebe, se come, se disfruta y se sufre en múltiples redoladas, comprobé cómo todavía hay mujeres que lavan en la fuente pública, y ese mismo día vi como tiraban una chaqueta nueva por encontrar un descosido.
He sentido las gaitas, tambores y bandurrias, he oído guitarras y violines eléctricos, he danzado al son que me han tocado y al que me ha dado la gana. He visto las casas de piedra cayéndose, las huertas abandonadas y las iglesias espaldadas, el mallacán convirtiéndose en fértil tierra y la feraz ribera convertirse en hormigón. He comprobado como la nieve blanca y pura se ha manchado con el dinero fosco y sucio de inversores capitalinos.
Cuando yo muera, todos mis recuerdos y vivencias desaparecerán de la faz de la tierra, cuando yo muera no quiero grandes demostraciones, cuando la vida venga a darme el último beso en la boca y mi último aliento se vaya para siempre, prometedme, que Aragón sea mi lecho eterno y que cuando la última de mis moléculas regrese a la tierra, ésta sea el espacio de libertad e igualdad con el que tantas hemos soñado.
He visto la profunda españolidad de tus gentes y su superficial colonización, he observado cómo se baila, se bebe, se come, se disfruta y se sufre en múltiples redoladas, comprobé cómo todavía hay mujeres que lavan en la fuente pública, y ese mismo día vi como tiraban una chaqueta nueva por encontrar un descosido.
He sentido las gaitas, tambores y bandurrias, he oído guitarras y violines eléctricos, he danzado al son que me han tocado y al que me ha dado la gana. He visto las casas de piedra cayéndose, las huertas abandonadas y las iglesias espaldadas, el mallacán convirtiéndose en fértil tierra y la feraz ribera convertirse en hormigón. He comprobado como la nieve blanca y pura se ha manchado con el dinero fosco y sucio de inversores capitalinos.
Cuando yo muera, todos mis recuerdos y vivencias desaparecerán de la faz de la tierra, cuando yo muera no quiero grandes demostraciones, cuando la vida venga a darme el último beso en la boca y mi último aliento se vaya para siempre, prometedme, que Aragón sea mi lecho eterno y que cuando la última de mis moléculas regrese a la tierra, ésta sea el espacio de libertad e igualdad con el que tantas hemos soñado.
4 comentarios:
Se me va enterita toda. Ostia, poéticamente labordetiano. Te vas acercando hermano.
Spasiva tovarich!!
Chapeau!
¡¡¡¡Que grande eres!!!!
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