jueves, marzo 09, 2006

La memoria de la derecha


Hoy he estado viendo con un amigo la película Raza, cuyo guión fue escrito por el propio Francisco Franco. Hemos elegido la versión que se estrenó en 1941, puesto que en 1950, el film se “resincronizó” y reestrenó, pasando de una duración de 106 minutos a unos 96. No sólo eso, además se destruyeron todas las copias de la primera versión. Y así estuvo desaparecida hasta que en 1993 se encontró una copia que provenía de un cine ambulante, poco después se encontró en la Cinemateca de Berlín otra copia de la versión original, gracias a lo cual se pudo restaurar y hoy se puede encontrar en formato DVD. Vamos, que Franco hizo lo que Stalin, maquilló el pasado, y si el soviético se especializó en manipular fotografías de eventos históricos para hacer desaparecer a enemigos políticos, el dictador ibérico, más modestamente, se dedicó a recortar su propia película para que le vieran con mejores ojos las “decadentes democracias inorgánicas”. Lo que se hizo, básicamente, fue eliminar toda referencia fascista y antiestadounidense que la película contenía. No hay que olvidar que los cincuenta supusieron el principio de descongelación de las relaciones exteriores del régimen franquista, y el principal valedor fue EEUU. Así que no quedaba muy propio recordar antiguas alianzas o hacer referencias a la guerra de Cuba.

Bien, una de las cosas que me han llamado la atención es que no se menciona cómo comienza la guerra civil. No hay que olvidar que en 1940, que es cuando Franco escribe el guión, se está en un momento de fervor ideológico máximo, que “la cruzada” acababa de terminar y que los aliados (Alemania e Italia) estaban en un momento militar más que dulce, con la práctica totalidad de Europa rendida a sus pies. Con esto quiero decir que, ya puestos a manipular la historia, por qué no hacerlo con todo. Sin embargo no, lo primero que se ve de la guerra es a unos milicianos disparando contra el Alcázar de Toledo, y claro, los militares se tienen que defender de tan injustificado ataque.

Quizá sea que Franco no quería recordar que en el inicio hubo otros generales más dinámicos que él a la hora de iniciar la insurgencia. Quizá es que no quería entrar en profundidades, porque la verdad es que no era una persona que le gustara analizar las cosas en profundidad. Quizá (y aquí piso terreno más que resbaladizo) era consciente de que fue un golpe de estado en contra de un sistema legítimamente constituido. De cualquier forma, el tema es que en la película no sale reflejado de ninguna manera.

Aunque la verdad es que no había de qué preocuparse, porque desde un principio habían surgido personas encargadas de justificar lo injustificable, entre las más destacadas la jerarquía de la Santa Iglesia Católica Apostólica y Romana. Por cierto, en la película tampoco sale nada de los sacerdotes vascos fusilados por el bando nacional, cosas de la memoria selectiva.

Sin embargo lo peor es que hoy, después de 70 años, hay gente, algunos hasta se llaman a sí mismos historiadores, que siguen justificando el alzamiento militar. Esos son los mismos que ahora proclaman el fin de España y el comienzo de la anarquía, esas personas están realizando apología del genocidio, ya que dicen hipócritamente, “sí, la guerra fue terrible, pero inevitable si se querían atajar males mayores”. Y yo me pregunto, ¿qué mal mayor hay que el de luchar hermano contra hermano e hijo contra padre? ¿Existe algún mal mayor que el de la muerte de centenares de miles de personas? ¿Acaso la secesión de algún territorio peninsular? ¿Acaso que hubiesen gobernado las izquierdas por otros 4 años? Ni una cosa ni otra parecían factibles, pero aún en el caso en el que eso hubiera ocurrido, no hubiera justificado el inicio de una contienda civil.

Ahora, al calor de la crispación y de la tensión generada por la dinámica suicida del aznarismo, puesto que ya no se trata de un partido, se trata de un movimiento encarnado en las ideas personales de un solo hombre, los apologetas del genocidio se sienten a sus anchas. Lo que ni siquiera Franco escribió, hay otros que sí se atreven a hacerlo, el trabajo serio del historiador se tira por el retrete, qué importa, la memoria de la derecha parece más selectiva que nunca y parecen estar dispuestos a creer cualquier cosa que justifique la sinrazón de sus ideas.

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