Una de las múltiples paradojas de la encrucijada
de caminos en la que nos encontramos es que un partido que no ofrece
soluciones puede ser la solución a los problemas planteados.
Le
explicaba a un amigo que qué es eso de Escaños en Blanco, no se lo
terminaba de creer, eso de que hubiera gente dispuesta a presentarse a
unas elecciones para luego no tomar posesión del cargo para el que fuesen
elegidos. ¿No ofrecen soluciones? Me decía con cierta perplejidad,
seguía argumentando: y claro aunque las ofrezcan no podrán llevarlas a
cabo porque dejarán los escaños vacíos. Pero eso no sirve para nada.
Para
mostrar el cabreo de la sociedad, le contestaba yo, a lo que él volvía
al tema de las soluciones. Mira, le dije finalmente, si quieres
soluciones vota por cualquier otro partido, todos te ofrecen soluciones,
y todos te aseguran que las suyas funcionarán mientras que las de los
otros no, ¿te convence eso más? Mi buen amigo se rascó la cabeza y dijo
que no, que no le convencían las soluciones casi mágicas que ofrecen los
partidos del sistema.
Y quizá en ese momento se dio cuenta de que
la solución solo podría venir de alguien que no venda humo en forma de
soluciones empaquetadas para ganar unas elecciones. Escaños en Blanco
tiene una misión fundamental, desde luego que mostrar el descontento de la ciudadanía con la
clase política es una de sus misiones, pero no es la más importante.
La
misión de Escaños en Blanco es empoderar a la sociedad, que ésta se dé
cuenta de que, si se conciencia y se da cuenta de su fortaleza, puede
realmente cambiar el mundo. La solución solo puede venir de un partido
que no ofrece soluciones fáciles a una sociedad pasiva, sino que por el
contrario ofrece a la ciudadanía la oportunidad de comprobar su poder
real frente al sistema partitocrático español.
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