lunes, febrero 13, 2012

Repensando el nacionalismo

Hace días que quería subir el texto base que presenté en la Primera Trobada del Nazionalismo Aragonés de cuchas hacia el siglo XXI, organizada por el Coleutibo Nazionalista Aragonés de Cuchas. Hoy, ya más relajado, y tras haber leído en el Periódico de Aragón la noticia que recoge el encuentro de Murillo de Gállego me he decidido a colgarlo de una vez, que faiga buen prebo!

El mayor reto al que se enfrenta el nacionalismo aragonés del siglo XXI es el cambio de paradigmas, el reinventar el discurso soberanista pero sin perder las esencias de un movimiento que todavía tiene mucho que aportar. El sistema actual, que aunque renqueante es el único que funciona, se basa en el crecimiento, donde el conjunto de ciudadanos del planeta aspira a unos niveles de vida medios europeos cuando no estadounidenses. El problema fundamental es que para poder conseguir eso se necesitarían los recursos de varios planetas, los cuales no tenemos.

Pero recapitulemos un poco, ¿no nos dijeron en los noventa que había llegado el fin de la historia? Para el que no lo recuerde Francis Fukuyama escribió en 1992 el libro-panfleto El fin de la Historia y el último hombre, en él se exponía que tras la caída del bloque soviético, el fin de las ideologías había llegado y que la economía, el “liberalismo democrático” a partir de entonces iba a ser el que marcara el paso, si alguien no lo ha leído ya le adelanto que es un bodrio cultural y argumentalmente hablando, pero en su tiempo recibió una increíble cantidad de publicidad y muchos dirigentes políticos mundiales se apoyaron en esas ideas para impulsar ese gran fenómeno llamado globalización.

La globalización es algo sumamente complejo, que no conviene demonizar sin antes comprender las partes positivas que dicho proceso puede tener. Un ejemplo positivo de la globalización es que, gracias a Internet, tenemos la capacidad de estar informados de realidades muy distintas, las barreras y la censura impuesta tradicionalmente en la prensa escrita, radiada o televisada prácticamente no existen en la Red. Si lo de Urdangarín hubiese ocurrido hace 20 años no nos hubiéramos enterado más que por medios de comunicación minoritarios, el movimiento del 15 M, las primaveras árabes o el movimiento ‘Occupy’ no hubiesen sido posibles sin un elemento globalizador como es Internet. En el terreno económico, a pesar de que las cifras macroeconómicas son por fuerza engañosas, sí que es cierto que se ha producido una mejora en las condiciones de vida de extensas y pobladas zonas del planeta.

Por otro lado la globalización ha supuesto en muchos casos la uniformización de las sociedades, la pérdida de riqueza cultural y sobre todo el maximizar el posible beneficio, anteponiendo la economía al bienestar social y medioambiental, consiguiendo el pan para hoy y el hambre para mañana. Se han globalizado los estándares de riqueza, sin darnos cuenta (o sin querernos dar cuenta) de que según han estudiado en la Universidad de Harvard con el nivel de vida de un estadounidense medio la población límite para todo el planeta sería de 200 (doscientos) millones de seres humanos. Existe una ecuación que analiza el impacto humano en el planeta (IPAT), consiste en valorar la población, el consumo per cápita y la tecnología. Con los actuales parámetros utilizar dicha ecuación para cualquier elemento básico de nuestra sociedad resulta devastador en cuanto a sostenibilidad.

El siguiente punto a valorar es que en los llamados países emergentes las personas ricas son muy ricas, equivalentes en cuanto a opulencia a cualquier potentado del mundo occidental, sin embargo las personas que trabajan para ese potentado, aunque sí que cobren más de lo que lo hacían sus padres ni de lejos se pueden comparar a un trabajador medio occidental. Y en occidente estamos en una burbuja, es cierto que los empresarios viven a base de explotar al trabajador, pero en el conjunto del llamado mundo desarrollado hemos vivido y vivimos de explotar a la mayoría del planeta. No obstante la globalización también está empezando a cambiar esto. Según la Encuesta de Estructura Salarial del Instituto Nacional de Estadística (INE) el sueldo medio en Aragón en 2006 (última vez que se realizó) era de 19.134 euros al año. Cuatro años antes, en 2002, era de 19.281 euros. Es decir, que en el periodo de mayor bonanza de la economía aragonesa, los sueldos no sólo no crecieron, sino que cayeron, más aún si se tiene en cuenta la inflación.

Si nos remontamos a 1995, la primera vez que se llevó a cabo la encuesta, la comparación es aún más desoladora. El salario medio en 1995 era de 16.130 euros, por lo que para adecuarse a la subida de precios experimentada en la última década, ahora tendría que situarse en torno a los 24.000 euros. Se trata del sueldo medio, que incluye el de los que más ganan. Por eso convendría tener en cuenta otro dato más esclarecedor: la mitad de los aragoneses gana menos de 15.760 euros al año, es decir, son mileuristas o menos.

Es decir, de forma involuntaria y más por mor de los llamados “mercados” estamos ya globalizando y “decreciendo” nuestro salario. Y mientras esto ocurre subrepticiamente y no somos conscientes de ello hasta que no nos ponemos a mirar las estadísticas, al mismo tiempo podemos ver cómo en nuestro país los únicos coches que suben en el ranking de ventas son los de alta gama. Es decir, mientras a la clase trabajadora le toca pagar el pato de la globalización, las clases más privilegiadas no es que se mantengan, sino que acrecientan su poder adquisitivo.

Los movimientos del 15M o del 15O muestran descontento, no son ni de izquierdas ni de derechas, por más que desde la izquierda se pretenda sacar provecho y desde la derecha se diga que son los cachorros de Rubalcaba. Yo lo veo como un movimiento germen, semilla de otros movimientos más importantes. Y aquí es donde entra el nacionalismo aragonés del siglo XXI. Hemos de ser capaces de crear discurso, como conseguimos en el pasado más reciente. Aunque desde luego no podemos aislarnos y permanecer como un movimiento autista respecto de la sociedad, tampoco podemos ir al albur de las circunstancias políticas puntuales, intentando capear el temporal y ver por dónde viene el viento. No podemos decir que "el nacionalismo aragonés no está electoralmente de moda". En las elecciones se produce un "mercado de ideas", lanzas tus propuestas y es la ciudadanía las que decide "comprarlas" o no. Si los resultados electorales de CHA y PAR son malos no es tanto porque "no estén de moda" sino porque no se ha sabido regenerar el discurso y ofrecer a la gente ideas nuevas que ilusionen y les lleven a poner determinada papeleta en la urna.

En los próximos años es muy probable que surjan movimientos políticos que nos recuerden a partidos políticos de los años 30 del siglo pasado. Tras el crack de 1929 la crisis económica de los años 30 empujó a movimientos nacionalistas y revolucionarios en búsqueda de soluciones diferentes a las de un sistema capitalista que había quebrado. Términos como eugenesia, espacio vital, supremacía étnica... Para muchos son palabras de un pasado muy concreto, de una "anomalía histórica" pero si echamos un vistazo a la hostoria no lo es tanto. ¿Qué hicieron los numantinos cuando estaban sitiados por los romanos y se les había acabado toda la comida? Según cuentan las crónicas las personas más mayores accedieron al suicidio para alimentar a los más jóvenes. Pero sin poner un caso tan extremo, en épocas de carestía está demostrado cómo en las sociedades tradicionales del mundo se producía el infanticidio (pasivo o activo), en el siglo XIV la crisis económica, la peste, las guerras, la carestía generada por todos estos factores llevaron a buscar una cabeza de turco a los cuales atacar y esquilmar sus recursos por el "bien común", en este caso fueron los judíos. Alemania, quebrada y sin colonias decidió en los años 30 iniciar una expansión en busca de su "espacio vital", esto es, una garantía de supervivencia cara al futuro.

China o Arabia Saudí están comprando tierras en África para garantizarse suministro alimenticio, la "colonización" china de África o América Latina busca asegurarse materias primas. La actuación de EEUU en Iraq iba detrás del petróleo... Sin embargo aquí hay personas que no se dan cuenta de que no hay recursos para que cada familia del planeta tenga un nivel de opulencia estadounidense o europeo.

Cita de la película 'Los tres días del Cóndor', (1975)

Higgins: It's simple economics. Today it's oil, right? In ten or fifteen years, food. Plutonium. Maybe even sooner. Now, what do you think the people are gonna want us to do then?
Joe Turner: Ask them?
Higgins: Not now - then! Ask 'em when they're running out. Ask 'em when there's no heat in their homes and they're cold. Ask 'em when their engines stop. Ask 'em when people who have never known hunger start going hungry. You wanna know something? They won't want us to ask 'em. They'll just want us to get it for 'em!

En la propia Europa vemos cómo se están creando dos Europas, Grecia, Portugal, Irlanda van camino de convertirse en reductos de pobreza necesaria para mantener el nivel económico francoalemán, cuidado con que al Estado español y a Italia no les quieran hacer lo mismo.

Desde el nacionalismo aragonés debemos basarnos en 4 ideas fundamentales:

- Sostenibilidad ecológica, para poder vivir en nuestro país necesitamos un desarrollo que no sea absurdo, por ejemplo, el actual modelo de producción automovilística no tendría cabida, asimismo se tendría que fijar un límite poblacional para cada comarca, en este modelo una macrociudad como Zaragoza tendría que disminuir su población.

- Decrecimiento económico, los actuales parámetros no pueden perpetuarse, han de extinguirse los sectores que se basan en la sobreexplotación de recursos, potenciando otros relacionados con el medio ambiente y necesidades sociales y disminuyendo la jornada laboral estándar.

- Defensa del territorio, una defensa basada en la soberanía aragonesa de los recursos naturales y en su utilización sostenible para un desarrollo armónico con el medio ambiente.

- La construcción de una sociedad más justa, donde las desigualdades sean mínimas, donde todo el mundo tenga garantizada una renta básica de ciudadanía y el derecho a un desarrollo personal pleno y libre.

Si desde el nacionalismo aragonés de izquierdas somos capaces de articular estos cuatro factores, construyendo un discurso coherente, volveremos a estar dos pasos por delante de las necesidades inmediatas de la sociedad y, por tanto, tendremos más posibilidades de cambiar el futuro de nuestra vieja nación hacia unas cotas de auténtico desarrollo nunca antes alcanzadas.

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