jueves, diciembre 01, 2011

Valoración electoral de la gestión de la coalición “La izquierda de Aragón”

La coalición CHA-IU-iniciativa social obtuvo el pasado 20-N un acta de diputado por la provincia de Zaragoza tras recabar 74.655 votos.

Toca juzgar si éste ha sido o no un buen resultado. Defendemos aquí que un buen resultado debía de cumplir dos condiciones: superaría el porcentaje de votos de las anteriores elecciones al Parlamento de Aragón de Mayo y reactivaría la tendencia de estancamiento –o descenso- en el voto a CHA. Para ello se apoyaría en una inercia general de crecimiento de la izquierda en el conjunto del Estado, recogiendo un voto desancantado con el PSOE. La coalición debía de servir a ese objetivo estratégico, reforzada por el apoyo de iniciativas sociales como cuchaaragonesa.org, La Olivera Aragonesa, Mesas de Convergencia de Zaragoza y un conjunto de intelectuales y activistas sociales autodenominados como “iniciativa social”.

La fuerza del 15M en las principales ciudades aragonesas y –especialmente- en Zaragoza podría haber ayudado a conectar con nuevos sectores sociales –como ha sucedido en lugares como Valencia, Madrid o Málaga, contribuyendo a debilitar el bipartidismo.

Por el contrario, es justo señalar que para una parte del electorado tradicional de CHA e IU podía ser complicado el respaldar esta coalición (rechazo al nacionalismo, posición en temas hidráulicos). De hecho, en muchas coaliciones de partidos, la suma no es igual a la suma de sus partes.

Resultados electorales en pasados comicios electorales

En las elecciones nacionales de Mayo en Aragón la suma de CHA+IU alcanzó 97644 votos y el 14,4%. CHA recibió 55.875 (8,24%) e IU 41.769 (6,16%). En las generales de 2008, la suma fue de 8,06% y 60018 votos (4,98% CHA y 2,84% IU).

Nos centraremos sobre todo en analizar los resultados en la circunscripción de Zaragoza.

En Zaragoza, la suma de CHA+IU alcanzó el 15,74% de votos (75.288 votos). CHA recibió 44381 sufragios y el 9.28 % (8,72% y 41.993 en las municipales) e IU 30.907 y el 6.46 % (6,11% y 29.443 en las municipales). En las generales de 2008 había sido del 8,76% y 48012 votos (5,89% CHA y 2,87% IU).

Por lo tanto, las cifras muestran un suelo electoral (8,76% en Zaragoza, 5,82% en Huesca y 4,96% en Teruel) y un techo (15,74% en Zaragoza, 10,91% en Huesca y 11,6% en Teruel). El suelo electoral está relacionado con el voto útil ante la imposibilidad de obtener un diputado según la Ley D’Hont. Las personas que votan en clave regionalista –a partidos de ámbito aragonés- en las elecciones al Parlamento de Aragón, suelen hacerlo en clave nacional –a partidos de ámbito estatal- en las elecciones al Congreso de los Diputados. Algo parecido ha ocurrido en Asturies con Foro Asturias de Cascos o en Cantabria con el PRC de Revilla–que han perdido la mitad de sus votos en estas elecciones-. En la medida en que CHA camine hacia un voto regionalista, esta diferenciación se agudizará entre estos dos tipos de elecciones. Hay que recordar que eso no estaba sucediendo cuando más claro estaba el discurso nacionalista y de izquierda.

Resultados electorales del pasado 20-N

Los resultados de la coalición han sido 74.655 votos y 10,52% (8,06% en 2008, 14,4% en Mayo) en el total de Aragón. Por circunscripciones, en Zaragoza se han obtenido 58749 votos y un 11,46% (8,76% en 2008, 15,74% en Mayo). En Huesca, 9820 votos y 8,18% (5,82% en 2008, 10,91% en Mayo). En Teruel, 6086 votos y un 7,91% (4,96% en 2008, 11,6% en Mayo). Es decir, en Aragón se han subido 2,46 puntos porcentuales desde 2008, pero se han bajado 3,88 puntos desde Mayo. Eso sería normal, ya que en Huesca y Teruel, el voto útil podría haber ido para un partido con posibilidad de obtener diputado: ES LÓGICO QUE EN HUESCA Y TERUEL EL VOTO BAJE DE LAS ELECCIONES A CORTES A LAS DEL CONGRESO Y SENADO. Así, en Huesca se sube 2,36 puntos porcentuales desde el 2008, pero se baja 2,73 desde Mayo. Y en Teruel, se sube 2,95 puntos desde 2008 y se baja 3,69 desde Mayo.

Sin embargo, en Zaragoza, con un menor llamamiento al voto útil el resultado sigue esta misma tónica. Se sube 2,7 puntos porcentuales desde 2008, pero se baja 4,28 desde Mayo. Es decir, LA MAYOR PÉRDIDA DE VOTO DESDE LAS ELECCIONES DE MAYO SE PRODUCE EN LA CIRCUNSCRIPCIÓN DE ZARAGOZA. De hecho, podría atribuirse –y coincide- el ascenso en voto (una media de 2,46 puntos), a la subida de IU en Aragón en los últimos 3 años. Esto se agrava aún más en la ciudad de Zaragoza, donde se da un descenso de 4,49 puntos porcentuales desde Mayo (se pasa de un 17,16% a un 12,67%).

Lo esperable en estas elecciones era que las cifras se acercaran más al suelo electoral en Huesca y Teruel, donde era imposible alcanzar el acta de diputado, mientras se estaría más cerca del techo donde sí era posible –en Zaragoza-. La alegría por la obtención del objetivo mínimo que justificaba la coalición –el escaño de Chesus Yuste- no debe de ocultar la preocupación por el hecho de que hemos perdido 22989 VOTOS Y 3,88 PUNTOS PORCENTUALES DESDE LAS ELECCIONES DE MAYO DE 2011 (y hasta 4,49 puntos y casi 10.000 votos en la ciudad de Zaragoza). Chunta-IU han recibido solamente el 76,46% de los votantes de Mayo, perdiendo el 23,54% de sus votos. Es decir, 1 de 4 votantes de CHA o de IU en Mayo han optado, apenas 6 meses después por la abstención o por otra opción política (sin apenas trasvase hacia el PSOE y sin la existencia de voto útil). Esta situación no se produce en el resto de circuncripciones en el Estado, donde los partidos de izquierda incrementan o mantienen sus votos desde Mayo.

Se argumenta que la coalición ha incrementado 18780 votos y 2,46 puntos porcentuales desde las elecciones generales de 2008. Sin embargo, se olvida que parte de ese crecimiento ha sido intrínseco a Izquierda Unida, como hemos visto anteriormente y como se reveló en la importante subida en Aragón de este partido en Mayo (de un 4,5% a un 5,76% en 2011). Por ello, si consideramos esta subida, nos encontramos con estancamiento o pérdida de votantes entre la potencial base social de Chunta.

¿Qué se está haciendo mal en la gestión del partido?

Los resultados electorales, por tanto, y especialmente en Zaragoza, no debieran de considerarse positivos. Se podrá argumentar que la coalición en sí iba a provocar ese descenso electoral. Afirmar eso supondría negarnos a entender qué estamos haciendo mal: Los mediocres resultados en Zaragoza se deben a una mala gestión de la coalición electoral.

Si bien no se puede negar que han existido avances significativos en la interacción con el tejido social cercano a Izquierda Unida –Mesas de Convergencia-, no ha sucedido lo mismo con entornos tradicionalmente aragonesistas, ni con sectores más jóvenes próximos al 15M.

En cuanto a los primeros, destacan dos vacíos en la gestión de la coalición: la escasa invitación a participar en el proceso al entorno de la izquierda aragonesa, muchos de ellos englobados en la Red de Colectivos de Aragón. En su lugar, la Dirección de Chunta se echó a los brazos del tejido social próximo a Izquierda Unida. Como un ejemplo – trivial, pero significativo-, las Mesas de Convergencia –parte de la estrategia de refundación de IU y que han sido impulsadas por los académicos Juan Torres, Armando Fernández Steinko o Vincenç Navarro- multiplicaron por 7 sus amigos en Facebook durante esa campaña electoral, hicieron convocatorias, promocionaron candidatos en listas y adquirieron relevancia social.

Nada similar se promovió desde los entornos aragonesistas –o ecologistas en defensa de la tierra-. No sólo nadie se dirigió a ellos sino que se evitó su participación y relevancia en la coalición. Mirando de espaldas al tejido social de la izquierda aragonesa y celosos de poder promover figuras y organizaciones rivales, la Dirección de CHA acudió al entramado social de IU para que lanzara la candidatura, sabiendo que estos no les podían hacer sombra dentro del nacionalismo aragonés. Sin embargo, se ha apoyado –irresponsablemente y sin contrapeso desde el ala aragonesista- una “iniciativa social” capacitada para romper la hegemonía que había mantenido el aragonesismo político en el tejido social durante la última década.

Ahondando en la mala gestión de la coalición, otro problema clave es la deficiente comunicación y relación con la militancia de Chunta, dificultando su participación en este proceso. La gestión de la presente Dirección Nazional ha ido aislando y desvertebrando a la militancia y los ligallos a lo largo y ancho del territorio aragonés durante los últimos años.

Con esos mimbres, difícilmente puede extenderse un proyecto más allá de ciertas redes intelectuales y sociales de la ciudad de Zaragoza. Entre los principales errores, falta de contacto horizontal entre la militancia, escaso poder real y participación en las decisiones del partido, información deficiente a la base del partido, un modelo equivocado de secretarías territoriales, o la apuesta por gestionar un partido desde las sedes institucionales del Ayuntamiento de Zaragoza y las Cortes de Aragón. Todo ello se ha reproducido en la gestión de la coalición electoral, donde la información ha llegado tarde y se ha impedido una efectiva participación de la militancia. La falta de una gestión territorial adecuada, donde las redoladas y la militancia sean parte de todos los procesos de decisión, pero también de acción y trabajo, es clave para que todos y todas se sientan parte de un proyecto común, de carácter nacional.

Cierto es que se ha avanzado en aplicación de nuevas tecnologías y web 2.0. en la campaña electoral, y que el compromiso de muchas personas ha sido excelente, así como el trabajo de un buen número de comarcas, pero, volvemos a recordar, ello ha seguido siendo ajeno a una importante parte de la militancia del partido.

Sobre la relación con los sectores que veían con simpatía al 15-M, la ausencia de renovación y de gestos tangibles en una gran parte de la candidatura por Zaragoza mostró escasa comprensión hacia ellos. Las demandas ciudadanas requerían una regeneración de los representantes políticos. De hecho, frente a varios socios que han aprovechado la renovación de sus cargos públicos en este contexto como una vía de re-conectar con el entorno del 15M (IU Aragón: Álvaro Sanz -33 años-; Iniciativa per Catalunya: Laia Ortiz -31 años-; IU Málaga: Alberto Garzón -26 años y miembro de Democracia Real Ya), Chunta ha optado nuevamente por pan para hoy y hambre para mañana. Desoyendo las voces de las calles, los candidatos de la lista por Zaragoza, Chesús Yuste (parlamentario desde 1995), Carmen Gallego (concejala histórica en el Ayuntamiento de Zaragoza) y Antonio Pérez Lasheras (veterano miembro del aragonesismo cultural), estaban centrados en el corto plazo. En cambio, Izquierda Unida marcó el futuro de la coalición mandando a un joven diputado a Madrid cuya visibilidad tras su presencia en las Cortes será sin duda utilizada en el futuro como cabeza de lista a alguna de las instituciones aragonesas.

La regeneración, lamentablemente, tampoco se ha hecho en la praxis política. Ha habido que esperar a la elección dentro del grupo de IU para llevar a cabo un compromiso ético personal – como ha sido el rechazo del plan de pensiones privado en el Congreso- que anteponía los intereses generales a los personales o de partido. Se ha tenido que buscar a una “iniciativa social” que impulsara el modelo asambleario y la toma de decisiones con colectivos sociales, tras olvidar el proyecto histórico de las Asambleyas Sozials, planteado por diferentes sectores de CHA. Y es que todas estas propuestas llevaban meses –o años- encima de la mesa. Por ejemplo, las iniciativas para profundizar en democracia interna e interacción con el tejido social, rompiendo así los riesgos de anquilosamiento del partido y la falta de participación de su militancia, llevan 4 años en el cajón de las propuestas olvidadas en Chunta.

Así, las mismas demandas en materia de ética política que el 15M sacó a la luz en Mayo, habían sido bloqueadas hasta en tres ocasiones y finalmente descartadas en el Comité Nazional de Febrero por la Dirección Nazional de Chunta (alegando que no era un tema de interés electoral): limitación de mandatos a cargos públicos, renuncia a coches oficiales, compromiso de vincular el salario de los representantes políticos al salario medio de las y los aragoneses, toma de decisiones por Asambleyas Sozials y referendos ciudadanos vinculantes, reducción a la mitad del número de asesores; y, en definitiva, acercar la política a la ciudadanía. El mismo bloqueo –parcial- que tuvieron propuestas como la petición de inclusión de la dación de la vivienda en pago para saldar la deuda hipotecaria (por su supuesta inviabilidad), una medida que se ha demostrado clave en los meses posteriores. Es comprensible el rechazo que estas medidas causan en el PSOE y PP, pero, ¿no sería la izquierda quien debería de estar más comprometida en romper la distancia entre los representantes y representados? ¿No perdimos la oportunidad de liderar estos debates en Aragón? ¿No seguimos alejados de una ciudadanía que sigue sin vernos “gente como ellos”?

En otro sentido, la visibilidad de la coalición electoral ha estado nuevamente mediatizada por Izquierda Unida. Aunque el nombre se repetía en trilingüe, en la práctica, las lenguas identitarias de Aragón han brillado por su ausencia. Bajo la intención de no molestar al electorado de Izquierda Unida, se han limado los aspectos definitorios del aragonesismo en la simbología de la coalición. El “Súmate!” ha recordado en exceso al “Rebélate!” de Izquierda Unida. Frente a la propuesta de nombre de “Cucha Aragonesa” se utilizó en la práctica “La izquierda de Aragón”. La coalición ha sido a todos los efectos parte de Izquierda Unida, insertándonos en un grupo, una estrategia, o un recuento electoral (todos los medios de comunicación han asignado el diputado a Izquierda Unida) que ha invisibilizado al aragonesismo político. Esto sucede cuando la negociación es guiada por una dirección sin una estrategia y principios ideológicos coherentemente dirigidos hacia a dónde se quiere llegar en el medio plazo.

Resumiendo, la coalición ha fortalecido a las jóvenes promesas –de futuro- de Izquierda Unida, ha contribuido a fortalecer su imagen en Aragón y en el conjunto del Estado – invisibilizando el aragonesismo político-, se ha elaborado con escasa implicación de la militancia y se ha preferido –conscientemente- apoyar al entramado social de Izquierda Unida frente a las redes y organizaciones sociales próximas al nacionalismo aragonés o frente aquellos impulsores de la candidatura desde este entorno. Más allá, una gestión inapropiada de la coalición ha imposibilitado conectar con nuevos sectores sociales en la órbita del 15M. Allí donde ha sido más fuerte el 15M, en la provincia de Zaragoza, sus resultados han supuesto la mayor bajada en votos desde las elecciones de Mayo. Como resultado, IU es hoy más fuerte y ha aumentado su capacidad para disputar la hegemonía de la izquierda aragonesa a Chunta Aragonesista.

El problema de fondo: ¿Caminando hacia el futuro?

Ante todo lo anterior, se oyen voces de la Dirección de CHA relativas a un necesario “giro nacionalista del partido”. Esto plantea varios problemas. En primer lugar, después de haber catapultado a Izquierda Unida dentro de la izquierda aragonesa –por el miedo a apoyar a organizaciones y personas “no controladas” por la Dirección-, y de haberse divorciado del tejido social, ese giro nacionalista –sin incorporar una apuesta por la izquierda- volvería a poner en bandeja a Izquierda Unida la hegemonía entre la izquierda aragonesa, como la tuvo durante más de una década. Reforzada IU, si CHA abandona la izquierda, permite que la coalición de carácter estatal ocupe ese espacio.

En segundo lugar, y más grave, revela la falta de proyecto a medio plazo. Irónicamente, el ciclo de la actual Dirección de CHA comenzó precisamente con un giro nacionalista, presentando un conjunto de enmiendas a estatutos en la Asambleya de Huesca de 2008 para “nacionalizar” el partido. Había que ser “más cuatribarrados”. Esa apuesta se cortó tan pronto como llegó la fascinación por Iniciativa per Catalunya, el cual parecía recomendar la apuesta por Espacio Plural y el ecosocialismo federalista. Había que ser “más verdes”. Podría haber sido una línea a seguir, pero la llegada de la crisis, el giro neoliberal del PSOE y el espinoso asunto de Mularroya recomendaba una Chunta “más social” ante la crisis. Ahora, había que ser “más rojos”.

Por supuesto, hay quien argumentará que no se ha abandonado ninguna de las líneas de acción anteriores y que se han incorporado todas ellas en un discurso coherente: Nada más lejos de la realidad. Una estrategia nacionalista habría recalcado, ante la crisis, los problemas de falta de soberanía de los aragoneses. Dos ejemplos: Zapatero rompió “el contrato electoral” firmado con nuestra ciudadanía, al realizar políticas neoliberales contrarias a sus promesas electorales. Otro, la crisis ha llevado la soberanía de los aragoneses de Zaragoza y Madrid a los mercados de inversión internacionales. Un discurso nacionalista pediría más soberanía en Aragón para recuperar la democracia y dar una salida social a la crisis. De las primas de riesgo, al voto y decisión de los aragoneses. Una estrategia ecosocialista –al espejo de ICV- habría profundizado en la participación social, rechazando la insostenibilidad ecológica de la sociedad de consumo. Frente a una llamada al apoyo y fomento de la producción, se hablaría de decrecimiento. Por el contrario, enfrascados en la dinámica “social” y olvidando nuestras otras identidades, después de hablar en exclusiva de una salida social a la crisis, ¿cómo era posible explicar a la sociedad el rechazo a la coalición electoral? Ante la falta de proyecto estratégico, la coalición electoral con IU no fue una estrategia meditada para debilitar al bipartidismo, sino la única salida y salvavidas ante los vaivenes ideológicos de los últimos años.

La respuesta, al final, parece lógica: Chunta no ha sido ni roja, ni verde, ni cuatribarrada. Y, por el contrario, lejos de apostar por una línea estratégica y trabajar para reforzarla en el futuro, hemos hecho todo lo contrario. Por ejemplo, si decidiéramos apostar por el nacionalismo, habría que generar un modelo de país –renovador frente al anterior- y apoyarlo creando sinergias con redes de organizaciones nacionalistas –en vez de darles la espalda-, centros sociales, actividades culturales, mensajes políticos…. Es decir, crear las condiciones para que el nacionalismo sea realmente posible y exitoso, a partir de una base social adecuada. Sin embargo, arrimándonos al “sol que más calienta”, lo que hemos hecho ha sido reforzar los otros discursos de aquellos que llevaban años trabajando en una línea estratégica, en este caso, los de EQUO e Izquierda Unida.

Finalmente, tras desconcertar a propios y extraños, volvemos al punto de partida, sin haber trabajado ese discurso durante cuatro años, sin haber hecho país, sin haber visualizado la lengua aragonesa en el partido, sin haber favorecido y apoyado el crecimiento de un tejido social –autónomo- nacionalista aragonés. Y, lo que es peor, regresamos al origen no por convencimiento político, sino como una estrategia para cerrar los espacios –en la militancia con sensibilidad nacionalista- que las tensiones de la coalición podrían haber creado.

Cualquier futuro que no comprometa la pervivencia del nacionalismo aragonés pasa por proyectos y personas que sepan marcar estrategias a corto, medio y largo plazo, construyendo país y alterando las condiciones para que la izquierda (nacional) aragonesa sea alguna vez la opción mayoritaria en esta sociedad. En ese proceso no sobran personas sino que faltan estrategias y proyectos con 3 C’s: consistentes, coherentes y constantes. Esa coherencia ha de extenderse a lo largo y ancho del territorio de Aragón: no se puede hacer un país sin una apuesta integral por el conjunto de su territorio. Hemos de salir de las instituciones y recorrer plazas de pueblos, barrios y ciudades, asociaciones y colectivos, cooperativas y medios rurales, junto a la militancia de cada redolada. Hemos de sentirnos orgullosos de nuestra tierra y colaborar en construir un modelo de país, integrador con el medio rural –donde se vuelva a valorar la vida rural y el futuro de ésta-, respetuoso con el medio ambiente, democrático y cercano, leal y ético con su ciudadanía y donde las personas controlen a su economía para mejorar su bienestar colectivo.

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