Que los sueños de libertad nunca nos abandonen,
que nuestra mirada sea limpia y nuestro ánimo sereno,
porque las decisiones valientes nunca se posponen,
porque el combate contra el poderoso nunca es obsceno.
Y si caemos derrotados, si nuestra sangre inunda el cadalso,
que nuestro grito contra el verdugo sea imperecedero,
si el escribano real dice que nuestro ideal era falso,
rompamos sus papeles, lancémoslos al vertedero.
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