Parece que a veces las cosas se hilvanan sin uno darse cuenta. Escribí hace poco un artículo sobre el castellano y el catalán, Hipólito Gómez de las Roces ha estado atacando duramente al aragonés y al catalán, no en una carta, sino en dos, y ayer tuve noticia de David Crystal, un lingüista de Irlanda del Norte que ha presentado en Bilbao su último libro The language revolution, traducido al euskera como Hizkuntzaren iraultza. Dice que los idiomas son “la expresión primaria de la identidad” y cree que de los 6000 idiomas que existen en la actualidad alrededor de la mitad estarán extintos en unos 100 años. Voy a extraer unas preguntas de la entrevista que se publicó ayer 26 de septiembre en la edición vasca del diario ‘El País’, realizada por Juan A. Hernández.
Pregunta. ¿Se puede detener la desaparición de las lenguas minoritarias?
Respuesta. Esa misma pregunta se podría realizar acerca de las plantas o los animales del mundo. Y la respuesta es que sí, por supuesto. La cuestión es que eso es más difícil con las lenguas que con las plantas o los animales. Y la razón es la existencia de lenguas dominantes, como el inglés, el chino o el español, que destruyen los idiomas. Existen tres factores fundamentales para preservar la diversidad lingüística: la voluntad de los propios hablantes, el interés de los gobiernos y contar con el dinero necesario para impulsar medidas que la fomenten. Debemos ser conscientes de que, si queremos salvar el planeta, tenemos que aprender a coexistir. Y en ese punto la importancia de los idiomas es esencial.
P. Sin embargo, se puede alegar que la existencia de las lenguas francas facilita la comunicación entre diferentes grupos humanos.
R. Es cierto. Los idiomas siempre están guiados por dos grandes fuerzas: la necesidad de comunicación – aspecto en el cual el papel de las lenguas francas es fundamental – y la identidad, la conciencia de que somos diferentes los unos de los otros. Y la lengua es la expresión primaria de la identidad. Esas dos fuerzas deben guardar un equilibrio. Si la lengua franca llega demasiado lejos, las minoritarias mueren; si la identidad va demasiado lejos, surge un nacionalismo introvertido. Nada debería ser visto como una amenaza para el otro. Es un objetivo difícil, pero alcanzable.
P. ¿Qué se pierde cuando desaparece un idioma?
R. La mejor forma para que los lectores de esta entrevista entiendan la respuesta a esa pregunta es que se pregunten cómo se sentirían si su lengua desapareciera, si el español muriera mañana. O más aún, si nunca hubiera existido. Si hace mil años el español no se hubiera desarrollado en España, ¿qué habríamos perdido? La gente pensaría: no habríamos tenido a Cervantes. Pues es lo mismo para todas las lenguas. Incluso la más pequeña hablada por diez personas en Papúa ha tenido su Cervantes. Cuando una lengua desaparece, desaparece una percepción sobre lo que significa el ser humano.
Pregunta. ¿Se puede detener la desaparición de las lenguas minoritarias?
Respuesta. Esa misma pregunta se podría realizar acerca de las plantas o los animales del mundo. Y la respuesta es que sí, por supuesto. La cuestión es que eso es más difícil con las lenguas que con las plantas o los animales. Y la razón es la existencia de lenguas dominantes, como el inglés, el chino o el español, que destruyen los idiomas. Existen tres factores fundamentales para preservar la diversidad lingüística: la voluntad de los propios hablantes, el interés de los gobiernos y contar con el dinero necesario para impulsar medidas que la fomenten. Debemos ser conscientes de que, si queremos salvar el planeta, tenemos que aprender a coexistir. Y en ese punto la importancia de los idiomas es esencial.
P. Sin embargo, se puede alegar que la existencia de las lenguas francas facilita la comunicación entre diferentes grupos humanos.
R. Es cierto. Los idiomas siempre están guiados por dos grandes fuerzas: la necesidad de comunicación – aspecto en el cual el papel de las lenguas francas es fundamental – y la identidad, la conciencia de que somos diferentes los unos de los otros. Y la lengua es la expresión primaria de la identidad. Esas dos fuerzas deben guardar un equilibrio. Si la lengua franca llega demasiado lejos, las minoritarias mueren; si la identidad va demasiado lejos, surge un nacionalismo introvertido. Nada debería ser visto como una amenaza para el otro. Es un objetivo difícil, pero alcanzable.
P. ¿Qué se pierde cuando desaparece un idioma?
R. La mejor forma para que los lectores de esta entrevista entiendan la respuesta a esa pregunta es que se pregunten cómo se sentirían si su lengua desapareciera, si el español muriera mañana. O más aún, si nunca hubiera existido. Si hace mil años el español no se hubiera desarrollado en España, ¿qué habríamos perdido? La gente pensaría: no habríamos tenido a Cervantes. Pues es lo mismo para todas las lenguas. Incluso la más pequeña hablada por diez personas en Papúa ha tenido su Cervantes. Cuando una lengua desaparece, desaparece una percepción sobre lo que significa el ser humano.