Un militante de CHA me hacía
notar y comentaba que tenía que hablar con los dirigentes de su partido, ya
que, a su parecer, éstos no hacían sino sacar a Labordeta cada dos por tres
viniera o no a cuento. Principalmente a través de las redes sociales, que si
una canción por aquí, que si una foto con una cita por allá, o el millones de
veces repetido “a la mierda”.
Y sí, es curioso, porque hasta
que me lo hizo notar no había caído en ese uso y en muchas ocasiones abuso de
la figura de José Antonio Labordeta. Es cierto que no solo se trata de utilizar
la figura desde CHA, también es cierto que se utiliza de forma más maniquea
desde otros sectores políticos, pero esa casi permanente llamada al espíritu de
José Antonio Labordeta (los que presumen de haberlo conocido más o menos
profundamente utilizan en plan de compadreo póstumo el acrónimo JAL) lo único
que denota es la falta de recursos.
Dice la leyenda que los
cristianos mantuvieron la ciudad de Valencia tras una batalla en la que
montaron a un Cid ya muerto en un caballo para mostrar a los musulmanes que el
invicto caudillo y mercenario castellano todavía estaba allí para defender la
bella ciudad a orillas del Mediterráneo.
Da la impresión de que en CHA
están intentando hacer lo mismo y que los dirigentes, a falta de nada mejor
apelan al espíritu de Labordeta para seguir en sus cada vez más menguados
territorios. Hay un hecho curioso y que por desgracia considero relevante. En
la última Asambleya Nazional de Chunta Aragonesista la persona que recibió más
votos para estar en el Comité Nazional (el órgano más importante entre
asambleas) fue Ángela Labordeta, hija del difunto José Antonio. Yo llevaba en
esa Asambleya más de 16 años militando en el partido, desde luego conocía a Ángela,
comenzó a trabajar para el partido como periodista cuando todavía su padre
estaba de diputado en Madrid, coincidí con ella en algunos actos de
partido, me pareció una persona
agradable y capacitada para su labor, pero vamos, tampoco puedo decir mucho más
puesto que su labor no estaba enfocada cara a la militancia sino más bien cara
a trabajo interno de partido y de grupos políticos.
Bien, de todas las personas que
votaron a Ángela dudo mucho que el 80 o el 90% de las mismas la conociera más
de lo que yo pudiera haberlo hecho en todos mis años de militancia. ¿Por qué un
partido que se dice republicano y que niega la legitimidad hereditaria de un
monarca acepta tan magníficamente la “legitimidad” heredada de Ángela?
Partiendo de la base de la falta de rigor de una militancia que vota “porque
con ese apellido debe ser una buena opción” hay que añadir el que los
dirigentes están imbuidos por el espíritu de José Antonio Labordeta, de la
misma manera en la que los defensores de Valencia estaban imbuidos del espíritu
de Rodrigo Díaz de Vivar.
Simplemente recordar que Valencia
aguantó, pero por poco tiempo, los espíritus están bien para animar la
situación en un momento determinado, pero no suelen servir como estrategia a
medio y largo plazo.
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