A raíz de las múltiples discusiones sobre la historia de Aragón, he ahondado en la idea (que ya tenía clara) de separar historia y política.
La historia ha de conocerse, pero no para justificar nada, sino en todo caso para explicar acontecimientos actuales que nos afecten. He visto como se han entablado discusiones en las que unos justifican la futura independencia de Aragón en su pasado, y los que se oponen dicen que antes de Aragón estuvo el Reino de la España Visigoda, al final se entra en una discusión bizantina que no lleva a ningún lado. El que Aragón fuera un reino independiente no justifica nada, pero sí que demuestra que lo que fue puede volver a ser si el Pueblo quiere.
Y aquí está el meollo de la cuestión, convencer a las aragonesas de que la independencia es la mejor opción ante un Estado que aprovecha el sentimiento español de determinados sectores poblacionales para ocultar que el nivel de vida en Aragón sería más elevado como nación independiente que como territorio español.
Tendríamos que incidir más en ese punto, que se conviritiera en algo tan palpable como Gibraltar de Andalucía o Ceuta y Melilla de Marruecos. Porque si Andalucía tuviera la renta per cápita de Luxemburgo los gibraltareños quizá serían menos reacios a desvincularse de la corona británica. O si Marruecos tuviera la riqueza de Noruega los ceutíes y las melillenses ya habrían cambiado de lado hace mucho tiempo.
Hemos de argumentar a favor de la independencia de la misma forma que el colectivo ecologista aboga por la Nueva Cultura del Agua, con estudios económicos detrás que demuestren que tenemos bastante más futuro como nación soberana que como nación colonizada.
La historia ha de conocerse, pero no para justificar nada, sino en todo caso para explicar acontecimientos actuales que nos afecten. He visto como se han entablado discusiones en las que unos justifican la futura independencia de Aragón en su pasado, y los que se oponen dicen que antes de Aragón estuvo el Reino de la España Visigoda, al final se entra en una discusión bizantina que no lleva a ningún lado. El que Aragón fuera un reino independiente no justifica nada, pero sí que demuestra que lo que fue puede volver a ser si el Pueblo quiere.
Y aquí está el meollo de la cuestión, convencer a las aragonesas de que la independencia es la mejor opción ante un Estado que aprovecha el sentimiento español de determinados sectores poblacionales para ocultar que el nivel de vida en Aragón sería más elevado como nación independiente que como territorio español.
Tendríamos que incidir más en ese punto, que se conviritiera en algo tan palpable como Gibraltar de Andalucía o Ceuta y Melilla de Marruecos. Porque si Andalucía tuviera la renta per cápita de Luxemburgo los gibraltareños quizá serían menos reacios a desvincularse de la corona británica. O si Marruecos tuviera la riqueza de Noruega los ceutíes y las melillenses ya habrían cambiado de lado hace mucho tiempo.
Hemos de argumentar a favor de la independencia de la misma forma que el colectivo ecologista aboga por la Nueva Cultura del Agua, con estudios económicos detrás que demuestren que tenemos bastante más futuro como nación soberana que como nación colonizada.
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