Cuando Chunta Aragonesista
todavía generaba algún resquemor o temor en la élite dirigente aragonesa, era
común que se tacharan sus ideas de “radicales”, recuerdo como el mejor Chesús
Bernal respondía que sí, que éramos radicales porque queríamos ir a las raíces
de los problemas. Luego vino el adocenamiento y el amoldado a un sistema que,
oiga, tiene asientos cómodos, buena calefacción y buena comida.
Me divierte ver cómo desde las
élites españolas se llama radicales a las ideas que se presentan desde Podemos.
Me divierte ver cómo repentinamente a golpe de encuesta de CIS cambian de rumbo
como si no hubiera mañana. Lo que es más importante, me vuelve a emocionar la
política casi como en los viejos tiempos. Porque el miedo o el resquemor de las
élites significa la posibilidad (que parecía extinguida) de que desde la
política todavía se pueden cambiar cosas, pequeñas, lo sé, viviendo en un mundo
globalizado y en una UE capitaneada por Alemania. Pero por pequeñas que sean asustan
o molestan.
Imaginemos un Estado que deja de
favorecer el capitalismo de amigotes que ha imperado en el Estado español desde
la restauración borbónica, algo que incluso sería apoyado/alentado por Europa.
Imaginemos un Estado que se preocupa realmente por el GRAN fraude fiscal.
Imaginemos un Estado que actúa y ejerce la transparencia informativa.
Imaginemos una tanda de leyes (acompañadas de aportaciones presupuestarias) que
persiga de verdad la corrupción política, empresarial y sindical. Imaginemos
que se establecen medidas para que no se venda y privatice la sanidad o la
educación.
Todas estas propuestas son
perfectamente asumibles por un gobierno sin que ningún país o institución de la
UE le diga que eso está mal. No son medidas revolucionarias, de hecho algunas
son costumbre en países de nuestro entorno. ¿Por qué estos “pequeños” cambios
producen tanto miedo en la casta y en la caspa?
No sé qué pasará, ojalá a Podemos
no le ocurra lo que le pasó a CHA u otros proyectos ilusionantes. Solo deseo
que mi emoción no se disipe, o que al menos no lo haga en el corto plazo. La
política es un conjunto muy complejo donde se necesitan infinidad de factores
para que las cosas salgan adelante, pero si algo tengo claro es que para que
algo funcione hace falta ilusión y esperanza en el cambio. Y eso, guste más o
menos a partidos y organizaciones de izquierda que llevan mucho tiempo bregando
en el barro, lo ha conseguido Podemos. A las personas de la izquierda que les
raye el proyecto de Pablo Iglesias solo les recomiendo que escuchen la opinión
de Jiménez Losantos sobre Podemos o al más “moderado” Carlos Herrera. Porque no
estarán escuchando a unos periodistas, estarán escuchando las opiniones de los
caciques de toda la vida, los que antes repartían limosnas en sus fincas al
mejor estilo de Los santos inocentes de Delibes, que son los que ahora se
reparten los puestos del IBEX 35.