Recuerdo la primera vez que vi la película 12 monos. Fue uno de estos filmes que te llegan a lo más profundo. Hoy tengo la película en DVD y de vez en cuando la vuelvo a visionar. Aquella primera vez, nada más terminar la película recuerdo que pensé que o bien Dios existía y nosotros los viles humanos no éramos nadie para intentar alterar sus planes, o no existía Dios y estábamos condenados a repetir una y otra vez los mismos errores. Es cierto que a los humanos nos gusta pensar que el futuro no está escrito y que si fuéramos al pasado podríamos cambiar el presente. En esa línea están las películas Regreso al futuro o Terminator II. Doce monos o Terminator III nos ofrecen la otra versión.
Le he estado dando vueltas a estas ideas estos días atrás y ahora tiendo a pensar que la larga sombra del futuro nos ilumina. No lo entendemos, no queremos darnos cuenta, pero el futuro está escrito, estas líneas son sempiternas.
No existe el libre albedrío, sólo somos los mensajeros, los portadores de algo que tenía que llegar, estamos condenados y bendecidos a cometer los mismos errores y los mismos aciertos por siempre y para siempre.
El árbol no decide dónde crecer, si se dan las circunstancias adecuadas crecerá más, y después podrá morir de enfermedad, de viejo, talado por un leñador o por un rayo. Y nada podrá hacer para escapar a su destino.
¿Por qué los seres humanos nos consideramos diferentes? ¿Por qué tenemos piernas? No, me dirán algunos, somos diferentes porque tenemos cerebro. Pero ésa no es más que una falacia, el libre albedrío ha sido utilizado por las religiones para auto justificarse. En primer lugar no elegimos si deseamos nacer o no, no elegimos nuestros padres ni nuestros genes, no elegimos nuestra educación, la cultura donde vamos a desarrollarnos, la religión mayoritaria que nos va a rodear ni la religión en la que nuestros padres nos van a educar. Tampoco elegimos la escuela, ni los compañer*s que vamos a tener, ni los profesores y a pesar de todos estos condicionantes nos creemos con total libertad para hacer todo lo que nos venga en gana. No parece cierto si analizamos todo lo que acabo de decir, yo diría que somos esclavos de nuestro pasado y no dominamos nuestras decisiones.
Siempre se podrá decir que no, que nuestro cerebro es el que nos hace libres, nuestra inteligencia es nuestra libertad. No seré y el que niegue que la raza humana posee un poco más de inteligencia que el resto de seres vivos. Pero también he de decir que la estamos sobreestimando. Nos comparamos con las ratas de laboratorio y nos vemos como el súmmum de la perfección, nos comparamos con nuestros hermanos los chimpancés y les desprestigiamos para ocultar todo lo que nos une a ellos, que es sin duda mucho más de lo que nos separa. Somos un primate con un poco menos de pelo y con una autoconsciencia más desarrollada, y por tanto con un ego sobredimensionado.
La ciencia demostrará un día lo que ahora pienso, estoy seguro. Nuestro cerebro es pura bioquímica, y si tenemos claro lo que ocurre (siempre) que se mezcla un ácido y una base, ¿por qué nos creemos que las reacciones bioquímicas que se producen en nuestro cerebro son diferentes? Serán más complicadas y el mundo de posibilidades creado será vastísimo, pero todas y cada una de ellas estudiables y predecibles.
En base a nuestra cultura y en base a la química reaccionamos e interactuamos con el mundo. Esta es la palabra, interactuar. El universo evoluciona y se dan infinitas posibilidades, esa es la razón por la que nuestra sociedad es distinta a la de hace 100 años y a la de hace 10 minutos y será diferente al acabar de leer estas líneas. Pero esas infinitas posibilidades sólo pueden ocurrir en un momento dado del discurrir temporal. Aunque este escrito siempre ha existido, sólo podía materializarse en un momento dado, ahora.
Quizá lo más parecido a la libertad sea la creatividad. Cuando se crea se construye y lo que queda construido y reconocido por la sociedad forja cultura y la cultura es uno de los aspectos más determinantes de nuestras sociedades. Pero que no se olvide, la creatividad tampoco surge de la nada, incluso la parte menos esclava de la humanidad está predeterminada. Los egipcios no pudieron sino construir pirámides, así como Juan Gris y Picasso sólo pudieron ser cubistas.
Le he estado dando vueltas a estas ideas estos días atrás y ahora tiendo a pensar que la larga sombra del futuro nos ilumina. No lo entendemos, no queremos darnos cuenta, pero el futuro está escrito, estas líneas son sempiternas.
No existe el libre albedrío, sólo somos los mensajeros, los portadores de algo que tenía que llegar, estamos condenados y bendecidos a cometer los mismos errores y los mismos aciertos por siempre y para siempre.
El árbol no decide dónde crecer, si se dan las circunstancias adecuadas crecerá más, y después podrá morir de enfermedad, de viejo, talado por un leñador o por un rayo. Y nada podrá hacer para escapar a su destino.
¿Por qué los seres humanos nos consideramos diferentes? ¿Por qué tenemos piernas? No, me dirán algunos, somos diferentes porque tenemos cerebro. Pero ésa no es más que una falacia, el libre albedrío ha sido utilizado por las religiones para auto justificarse. En primer lugar no elegimos si deseamos nacer o no, no elegimos nuestros padres ni nuestros genes, no elegimos nuestra educación, la cultura donde vamos a desarrollarnos, la religión mayoritaria que nos va a rodear ni la religión en la que nuestros padres nos van a educar. Tampoco elegimos la escuela, ni los compañer*s que vamos a tener, ni los profesores y a pesar de todos estos condicionantes nos creemos con total libertad para hacer todo lo que nos venga en gana. No parece cierto si analizamos todo lo que acabo de decir, yo diría que somos esclavos de nuestro pasado y no dominamos nuestras decisiones.
Siempre se podrá decir que no, que nuestro cerebro es el que nos hace libres, nuestra inteligencia es nuestra libertad. No seré y el que niegue que la raza humana posee un poco más de inteligencia que el resto de seres vivos. Pero también he de decir que la estamos sobreestimando. Nos comparamos con las ratas de laboratorio y nos vemos como el súmmum de la perfección, nos comparamos con nuestros hermanos los chimpancés y les desprestigiamos para ocultar todo lo que nos une a ellos, que es sin duda mucho más de lo que nos separa. Somos un primate con un poco menos de pelo y con una autoconsciencia más desarrollada, y por tanto con un ego sobredimensionado.
La ciencia demostrará un día lo que ahora pienso, estoy seguro. Nuestro cerebro es pura bioquímica, y si tenemos claro lo que ocurre (siempre) que se mezcla un ácido y una base, ¿por qué nos creemos que las reacciones bioquímicas que se producen en nuestro cerebro son diferentes? Serán más complicadas y el mundo de posibilidades creado será vastísimo, pero todas y cada una de ellas estudiables y predecibles.
En base a nuestra cultura y en base a la química reaccionamos e interactuamos con el mundo. Esta es la palabra, interactuar. El universo evoluciona y se dan infinitas posibilidades, esa es la razón por la que nuestra sociedad es distinta a la de hace 100 años y a la de hace 10 minutos y será diferente al acabar de leer estas líneas. Pero esas infinitas posibilidades sólo pueden ocurrir en un momento dado del discurrir temporal. Aunque este escrito siempre ha existido, sólo podía materializarse en un momento dado, ahora.
Quizá lo más parecido a la libertad sea la creatividad. Cuando se crea se construye y lo que queda construido y reconocido por la sociedad forja cultura y la cultura es uno de los aspectos más determinantes de nuestras sociedades. Pero que no se olvide, la creatividad tampoco surge de la nada, incluso la parte menos esclava de la humanidad está predeterminada. Los egipcios no pudieron sino construir pirámides, así como Juan Gris y Picasso sólo pudieron ser cubistas.