Me pregunta mi hermano que a quién debería votar. No soy imparcial, milito en Chunta Aragonesista desde hace más de diez años, poca gente es imparcial, pero yo menos que ninguno.
No soy imparcial y no quiero serlo, porque creo que hay que implicarse en un país que necesita el empuje de todas. No quiero ser imparcial, porque a la parte menos fuerte de la sociedad solo nos queda unirnos para contrapesar a los que suelen mandar. No soy neutral porque ningún medio de comunicación lo es, nuestra visibilidad social no puede depender de nada y de nadie, solo de nuestro propio esfuerzo. No soy imparcial, porque veo un país bello, despoblado y con un gigantesco potencial. No quiero asumir con la naturalidad que hacen otros ver a personas mayores recogiendo fruta pasada de un contenedor enfrente de un supermercado. Compruebo cómo personas que se hacen llamar políticos retozan en la inmundicia y no quiero ser un neutro observador de ello. No soy imparcial porque veo cómo Aragón, puerta de Europa, tiene sus infraestructuras candadas con un cerrojo con la bandera de España puesta en él, exijo desde mi parcialidad que desde Madrid se nos deje de tratar como a niños tontos. No quiero que la economía dicte nuestro modo de ser y de vivir y pelearé para que nuestro futuro sea mejor que nuestro presente.
Ni soy imparcial ni quiero serlo, a mi hermano no le voy a decir a quién debería votar o no. Simplemente le preguntaré si desea estar por encima del bien y del mal, o si por el contrario considera que hay que echar una mano a nuestro país renqueante y maltratado, le preguntaré que qué opina sobre sus amigos en paro, en definitiva le preguntaré si quiere unirse al grupo de personas que creemos que la llamada imparcialidad no es más que la careta de la indiferencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario