Preguntaba en facebook qué tenían en común Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar, Rodríguez Zapatero y Mariano Rajoy aparte de haber llegado a la presidencia del gobierno y ser políticos profesionales (esto es, haber dedicado la mitad de su vida o más a la política).
Bien, lo que les une es que los 5 estudiaron la carrera de Derecho... Pues vaya cosa, me diréis decepcionados, es una chorrada. Bueno, no tanto, trataré de explicarme.
Primero de todo, no tengo nada en contra de la profesión, me parece que es fundamental que hasta el más abyecto de los criminales pueda tener una defensa y un asesoramiento jurídico, por no hablar de la gente inocente acusada de algo que no han cometido. Sin embargo donde reside el quid de la cuestión es en el método de trabajo de un abogado, cómo funciona su mente y cómo esa mente es entrenada en la carrera.
Cuando una abogada acepta defender a un cliente, no importa que sea culpable o inocente, su mente empezará a trabajar para buscar la mejor salida para su defendido, ya sea buscar un vacío legal, una prescripción y quizá lo más señalado, buscar la parcialidad. Es decir, un (buen) abogado investigará al máximo, buscará toda la información posible, pero solo utilizará la que sea conveniente para la persona que le ha contratado. "Lo que no está en los autos no existe fuera del juzgado" y es que una cosa es la realidad y otra la verdad del caso que se esté enjuiciando.
Y ahí está el problema, esa visión profesional (o esa orientación) es nefasta a plicada a la política porque supone que una vez decidido algo lo que se hará es buscar únicamente los argumentos que den la razón. Y ahí están los insufribles debates PP-PSOE donde cada uno solo mira las evidencias que le dan la razón y desestima las del contrario, de hecho no son debates, son dos personas jugando al frontón en paralelo. A lo más que llegan respecto a las acusaciones es el penoso "Y tú más".
Pongamos a un (buen) psicólogo, inicia un estudio sobre la tasa de suicidios y la morosidad inmobiliaria. Su hipótesis es que la tasa de suicidios sube porque las personas están más agobiadas por los problemas financieros. Tras mucho investigar, interrogar, interpretar, analizar y ponderar datos objetivos (estadísticas) y subjetivos (testimonios) resulta que llega a la conclusión de que al menos en la población estudiada la tasa de suicidios no se ve afectada por la morosidad. Publicará el estudio (si encuentra financiación) y no tendrá problema en reconocer que su hipótesis inicial estaba equivocada.
Ahora imaginemos un juicio en el que se tuviera que dirimir si la culpa de un suicidio era de una entidad bancaria. En el juicio no importaría la realidad, cada letrado buscaría la parcialidad que le interesa y dependiendo de las habilidades y recursos de uno y otro ganaría el que mostrase la "realidad" dentro del juzgado, que podría coincidir o no con lo que ha ocurrido realmente fuera del juzgado.
Insisto, la función de un abogado es insustituible, el problema es aplicar esa mentalidad a la política. De igual manera se suele aplicar esa concepción del mundo dentro de los partidos, yo tengo razón y la aplicaré buscando cuantos argumentos me den la razón. Dándome igual tus argumentos, los desestimaré porque yo tengo una causa que defender ("MI CAUSA").
Aparte de los ex presidentes del gobierno si hacemos un repaso veremos una enorme proporción de abogados/licenciados en Derecho. Curiosamente se salvan los dos últimos presidentes de Aragón, ni Marcel·lí Iglesias ni Luisa Fernanda Rudi estudiaron derecho, pero sí que está en esa liga el sempiterno José Ángel Biel del PAR o Eloy Suárez del PP.
Se salvan también Calvo Sotelo (creo que era ingeniero de caminos), Rubalcaba (que estudió químicas) o Julio Anguita (maestro y licenciado en Historia).
No sé, creo que a partir de ahora, en lo que respecta a la biografía de nuestras políticas, en lo que más me voy a fijar es en qué carrera cursaron.
Para terminar y con cariño para mis amigos letrados (que algunos tengo):