El artículo 25.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 dice:
“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.”
Si la salud es un derecho universal reconocido y en el caso europeo son los estados los que se encargan de salvaguardar ese derecho, me pregunto yo, ¿por qué se destina una cantidad tan enorme de dinero (recurso capital) a sufragar la compra de medicinas? No cuestiono la subvención de las mismas, cuestiono el que el contribuyente esté pagando a grandes laboratorios que se enriquecen a costa de enfermedades ajenas.
El artículo 6 dice que “Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.” Bien, eso es algo de lo que se encargan los estados y destinan el dinero y las personas que consideran se necesitan. ¿Por qué no se hace lo mismo con los medicamentos? Al menos con los genéricos, por qué el estado no crea una industria farmacéutica (aunque sea con capital parcialmente privado) que se encargue de proveer a la sanidad pública y que los médicos estén obligados a recetarlos. Lo que se ahorrase en gasto farmacéutico podría emplearse en personal e instalaciones y los beneficios de las ventas se podrían emplear en investigación de nuevo fármacos. Allí se podrían implicar tanto universidades, como laboratorios públicos y privados.
Quizá algún día los gobernantes se den cuenta de que aún más importante que el poder elegir entre un Renault y un Fiat, es el poder tener derecho a una sanidad pública de calidad.
“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad.”
Si la salud es un derecho universal reconocido y en el caso europeo son los estados los que se encargan de salvaguardar ese derecho, me pregunto yo, ¿por qué se destina una cantidad tan enorme de dinero (recurso capital) a sufragar la compra de medicinas? No cuestiono la subvención de las mismas, cuestiono el que el contribuyente esté pagando a grandes laboratorios que se enriquecen a costa de enfermedades ajenas.
El artículo 6 dice que “Todo ser humano tiene derecho, en todas partes, al reconocimiento de su personalidad jurídica.” Bien, eso es algo de lo que se encargan los estados y destinan el dinero y las personas que consideran se necesitan. ¿Por qué no se hace lo mismo con los medicamentos? Al menos con los genéricos, por qué el estado no crea una industria farmacéutica (aunque sea con capital parcialmente privado) que se encargue de proveer a la sanidad pública y que los médicos estén obligados a recetarlos. Lo que se ahorrase en gasto farmacéutico podría emplearse en personal e instalaciones y los beneficios de las ventas se podrían emplear en investigación de nuevo fármacos. Allí se podrían implicar tanto universidades, como laboratorios públicos y privados.
Quizá algún día los gobernantes se den cuenta de que aún más importante que el poder elegir entre un Renault y un Fiat, es el poder tener derecho a una sanidad pública de calidad.
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